Miguel Barreto
Coordinador Residente, Sistema de las Naciones Unidas en Guatemala
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Los conocimientos de las personas migrantes, sus redes y sus capacidades han contribuido en gran medida al desarrollo de comunidades resilientes en todo el mundo.
El 19 de septiembre de 2016, jefes de Estado y de Gobierno de todos los países se congregaron en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas para discutir cuestiones relacionadas con la migración y los refugiados. Con la adopción de la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes. Los 193 Estados Miembros de la ONU reconocieron la necesidad de un enfoque integral de la movilidad humana y de contar con una colaboración mejorada en todo el mundo.
Así se originó el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular. Este proceso concluyó el 10 de diciembre de 2018, con la adopción del Pacto Mundial por parte de la mayoría de los Estados Miembros de la ONU en una Conferencia Intergubernamental celebrada en Marrakech, Marruecos.
El Pacto Mundial es el principal acuerdo en el ámbito gubernamental, preparado con la facilitación de las Naciones Unidas, abordando este fenómeno de forma holística e integral. El pacto respeta el derecho soberano de los Estados a determinar quiénes pueden ingresar y permanecer en su territorio y demuestra un compromiso con la cooperación internacional en el ámbito de la migración. Pero además nos brinda la importante oportunidad de mejorar la
gobernanza migratoria.
El pacto respeta el derecho soberano de los Estados.
El pacto guarda consistencia total con el Objetivo 10.7 de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, por el cual los Estados Miembros se comprometieron a cooperar internacionalmente para facilitar la migración segura, ordenada y regular.
Conviene recordar el camino hacia la dignidad humana, establecido en la Agenda 2030, implica el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus 169 metas, buscando no dejar a nadie atrás. Independientemente de los motivos que obligan a las personas a desplazarse, los migrantes y las personas desplazadas, especialmente las mujeres, las niñas y los niños, se encuentran entre los grupos más vulnerables y en mayor exclusión de la sociedad y, con frecuencia, están expuestos al abuso y la explotación.
Además, muchos trabajadores migrantes obtienen trabajos temporales, informales o sin protección, lo cual los expone a un mayor riesgo de inseguridad, despidos, abusos y pobres condiciones laborales. Debido a la persistente falta de vías migratorias seguras y regulares, millones de personas siguen emprendiendo viajes peligrosos año tras año. Desde 2014, más de 50 mil migrantes han perdido la vida en rutas migratorias en todo el mundo.
Pese a ello, los migrantes han demostrado ser fuente de prosperidad, innovación y desarrollo sostenible para los países de origen, de tránsito y de acogida; sus contribuciones financieras a través de las remesas ofrecen una salida emergente para las familias y estimulan los mercados locales; en especial, los de países que cuentan con ingresos bajos y medios. Su rol en el mercado laboral sigue siendo muy valioso.
Fortalecer las contribuciones de los migrantes al desarrollo sostenible requiere de esfuerzos colectivos para mejorar la gobernanza de la migración y para abordar los desafíos que los migrantes enfrentan. El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular (GCM) ofrece la oportunidad y la orientación necesaria para adecuar la movilidad humana y aprovechar las oportunidades que esta presenta.
El Sistema de las Naciones Unidas seguirá trabajando en coordinación y apoyo a las instancias nacionales, para abordar también las causas de la migración y ofrecer soluciones duraderas a las comunidades, mediante el fortalecimiento del Plan de Desarrollo Integral para el norte de América Central (PDI) en Guatemala.