Sebastián toledo
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Llegamos una vez más a la época en que gozamos de festividades religiosas, sociales y vacaciones, tiempo de compartir con la familia, compañeros y amigos; sin embargo, debemos tener en cuenta que el verdadero sentido, es la conmemoración del nacimiento del Niño Jesús.
Por lo que hay derecho a celebrar, a recrearnos y demostrar el afecto hacia los demás a través de un presente, pero más allá de ello, también es una oportunidad para reflexionar sobre los reales fines y motivos de la Navidad.
Para quienes profesamos alguna religión, celebramos la natividad del Niño Jesús, quien años más tarde ofrendó su vida para salvar al mundo y que por su paso entre nosotros, nos dejó sabias enseñanzas que muchos ya no practicamos como corresponde.
Por diversas circunstancias y a lo mejor por la materialización del mundo en que vivimos, nos olvidamos que existen semejantes que en el día a día necesitan de nosotros.
Para quienes profesamos alguna religión, celebramos la natividad del Niño Jesús.
A través de las Sagradas Escrituras, Jesús nos dijo que Dios había hecho a la humanidad a su imagen y semejanza y todo aquello que hagamos por los demás, lo haremos también por él, enseñanza que nos motiva el respeto y el servicio hacia nuestros semejantes. Sin embargo, en la mayoría de actuaciones personales y colectivas nos mostramos indiferentes ante las desigualdades imperantes y, por ende, las necesidades de quienes nos rodean.
Por supuesto que hay derecho a celebrar y compartir, pero también debemos tomarnos el tiempo suficiente para evaluar nuestros actos, independientemente que sea en la iglesia a donde regularmente asistimos o bien en familia. Lo importante es que le dediquemos un momento a la parte espiritual que conllevan estas fechas, que revisemos todo aquello a corregir y fortalecer lo que a nuestro criterio estamos realizando acorde a las enseñanzas del ser divino.
Generalmente se considera que cumplir con los mandatos de Dios es asistir a la iglesia, orar, visitar enfermos entre otros actos, pero es algo que tenemos que observar en el trabajo, en los estudios, con nuestros vecinos, etcétera.
Así que a vivir estas fechas en familia y compartir lo poco o mucho que tengamos, porque siempre habrá alguien que posea menos y que nos puede necesitar. No olvidemos que Dios bendice al dador alegre y que no espera nada a cambio.