sábado , 23 noviembre 2024
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Misas del Gallo de tiempos pasados (II)

Ricardo Fernández Gracia
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Llegando a afirmar que pecaban mortalmente “los que en los maitines de la Natividad mezclan al tiempo de leer las lecciones sainetes, apodos, palabras y expresiones indecorosas torpes y gravemente disonantes de aquel paso y sagrado misterio, por el grave escándalo que dan en esto”.

Con todo ello parece referirse a ciertas expresiones del alma popular a las que se daba suelta aquella noche.

Noche de bullicio y desmanes: Los excesos en Nochebuena fueron nota común en diferentes localidades. En la capital navarra, en 1681, hubo grandes desmanes en la iglesia de las Clarisas de Santa Engracia, llegándose a derrumbar las puertas, con “una canal o pesebre de ovejas”, con grandes gritos y lanzamiento de piedras, castañas y nueces.

En Cirauqui, en 1830, se produjo cierto alboroto, durante los maitines, antes de la Misa del Gallo, cuando ocho personas entraron en la iglesia, vestidos de pastores, con “una calderilla de abadejo guisado” y el vicario bajó del coro a despacharlos, obedeciendo todos al instante.

En Cirauqui, en 1830, se produjo cierto alboroto, durante los maitines.

El suceso no quedó allí, sino que por la noche dos balas se introdujeron en la habitación del vicario y del organista, por lo que se abrieron largas diligencias judiciales. Las declaraciones de varios testigos nos informan de los atuendos de aquellos rústicos: sombreros anchos, zamarras de pellejo con lana y abarcas. Respecto al guiso, unos hablan de sopas, otros de abadejo guisado y otros de ajo de arriero.

En Tudela, la Nochebuena tenía cita concurrida en el convento de Franciscanos, con una procesión con el Niño Jesús para ser colocado antes de la Misa del Gallo en el presbiterio, en el interior de una gran cueva, en la que ya estaban dispuestas las imágenes de la Virgen y San José.

Por unas diligencias judiciales, sabemos que, en 1795, un grupo de hombres que se habían pasado con el vino, organizaron ciertos alborotos en el interior de la iglesia conventual, con silbatos de los que utilizaban los capadores por las calles, una vihuela y una corneta, a la vez que intentaron procesionar a algunas imágenes y soltaron unos cohetes de serpentinas por el suelo.

Gracias a esos documentos conocemos el desarrollo de las ceremonias dentro del templo en tan singular noche. Un testigo, llamado José Puyo, además de informar de los excesos, nos cuenta cómo ayudó al sacristán a preparar entre otros objetos la cueva para la adoración del Niño Dios, así como los hacheros para su iluminación.

A veces, los excesos fueron protagonizados por el clero. A modo de ejemplo citaremos al abad de Arboniés que, en 1798, fue denunciado porque acostumbraba a embriagarse, llegando a quedar privado de los sentidos y tener que acompañarlo a su casa algunas personas caritativas. En el año citado, durante la Misa del Gallo, protagonizó algunos despropósitos que llevaron a su reclusión.

En Cintruénigo las gentes vitoreaban con gritos de ¡Viva! en respuesta a la aclamación de un sonoro ¡Viva el Niño Dios!, pronunciado con voz potente, nada más entornar el celebrante el Gloria.

En 1916, el cura ecónomo don Alfonso Bozal, harto de varias interrupciones, hubo de anunciar que terminaba la misa, sin canto alguno, rezándola. Un año después el párroco, tras congratularse de la costumbre, rogó que solo se hiciese por tres veces, aunque al siguiente la misa quedó suprimida por largo tiempo, y la costumbre quedó en el olvido.

Iribarren refiere varios casos de bailes y danzas en la Nochebuena, como Tafalla en donde lo hacía un ganadero con calzón corto en los Franciscanos a comienzos del siglo XIX, mientras un fraile montañés tocaba el chistu y el tamboril.

En Olite, la corporación municipal, con traje de golilla acudía a la Misa del Gallo y, terminada ésta, de lo alto de la cúpula se hacía descender mediante una tramoya una especie de alcachofa que se abría, dejando ver al Niño Jesús en su cuna, ante cuya imagen danzaban los pastores de la localidad. Dicastillo y Corella también contaban con sus particulares bailes en los templos en tan singular noche.
Continuará…

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