La Pluma Escarlata
Guillermo Monsanto
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Daniela Sagone y Adesca subieron, por cuarenta y ocho horas, un cortometraje documental que se volvió viral desde el primer momento. Se trata del trabajo que aborda de modo contrastado parte de la vida y obra del artista José Francisco Tún, financiado, en parte, por la entidad citada. Labor de investigación que llevó a la directora del filme, Daniela Sagone, a la casa de un puñado de personajes relacionados al malogrado pintor y al movimiento cultural de Guatemala.
¿Quién era Tún y porqué despierta tanto interés su labor y su vida? Desde su exposición póstuma de 1996 ha habido varias y espléndidas exposiciones retrospectivas en distintas salas. Y siempre, después de cada muestra, se puede percibir la admiración que su trabajo despierta entre los artistas emergentes y las memorias que trae en los supervivientes de la generación del setenta.
A diferencia de las exhibiciones con guion museográfico definido, acá pudo visitarse a los Tún en sus espacios íntimos. Es una constante, sus creaciones siempre están acompañadas por los trabajos de otros protagonistas como Dagoberto Vásquez, Elmar Rojas, Efraín Recinos, Roberto González Goyri, Joice de Guatemala, Luis Díaz, Jaime Bischof, Arnoldo Ramírez Amaya o Margot Fanjul, solo para citar algunas de las firmas más usuales. Piezas que llegaron a las diferentes pinacotecas a través de actividades como Aldeas Infantiles S.O.S., Juannio, la Subasta Rotaria Guatemala-sur, los espacios binacionales y las galerías de arte activas durante la década del setenta y principios de los ochenta.
El documental, de alguna manera, también le rinde un merecido tributo a Edith Recourat por el papel que jugó en la difusión del legado de Tún. De hecho, por el modo en el que presentó hasta su muerte en 1974, a las artes de su tiempo. Creo que la señora Recourat estableció las bases de un sistema crítico bien cimentado.
Este registro queda sustentado por el entrecruce de opiniones de diferentes personalidades relacionadas a Francisco Tún por diversas razones. De este modo, entrecruzando ideas, Daniela Sagone fue captando un perfil humano y artístico que expone con claridad la dimensión tunesca. Cada uno de los entrevistados, sin saber qué decían los otros, propone un material valioso para futuras investigaciones. Lo que sí queda claro es que Tún es un artista único y su legado posee valores personales que nadie ha podido superar.
Único e irrepetible, su obra trasciende en el tiempo.
Incluso, el filme contempló la inocente poesía escrita por Tún. Ingrid Klüssmann cierra magistralmente el video leyendo El olvido. La música, Ramajes de una marimba imaginaria, fue compuesta por Joaquín Orellana e interpretada por la Marimba Nacional de Concierto. La producción y las figuras que participaron en la confección de este indispensable documento ponen de manifiesto la trascendencia alcanzada a lo largo del tiempo. El mayor mérito de Tún radica en el modo tan particular en la que sintetizó su universo.