Juan González Tizón
Revista Nuestro Tiempo
Los actores llevaban muchas semanas practicando y parecía que nosotros lo hacíamos mal a su lado, pero con unos cuantos ensayos nos pusimos al día”.
Desde que el coro se zambulló en el proyecto, surgieron dudas sobre el posible éxito de la zarzuela: “Sí, hubo preocupaciones dentro del grupo. Muchos no sabían si al final iba a funcionar (dice Ana). Algunos no conocían lo suficiente el género y pensaban que era demasiado ambicioso. Y a otros simplemente les parecía que tenía un nivel de exigencia muy elevado. Varios que no lo veían muy claro acabaron por rechazar los papeles. Pero al final los que nos quedamos acabamos amando la zarzuela”.
En el fondo del escenario, una pantalla de unos siete metros acompaña a los artistas. Una sucesión de imágenes en movimiento creadas al estilo collage se funde con las diversas escenas. Los alumnos del grado en Diseño se han encargado del vestuario, el video-collage y la estética de toda la obra.
Juan Roquette, profesor de la Escuela de Arquitectura, ha sido mentor en esta tarea. “La finalidad era dar a los estudiantes una base para la comprensión de la escenografía como herramienta creativa en sí misma (afirma), y no como un mero canal de representación de otra idea ajena”.
Los trajes que llevan los personajes están ambientados en la época de la obra original de Chueca y Valverde. Reflejan la España del momento.
Los trajes que llevan los personajes están ambientados en la época de la obra original de Chueca y Valverde. Reflejan la España del momento, algo que demuestra una gran labor de fondo en la investigación de las zarzuelas del siglo XIX. Además, los 41 estudiantes contaron con la ayuda de Liuba Cid, que se ocupó de la dirección visual.
“El proceso que los alumnos han seguido resignifica el valor de la cultura creativa de los estudios de grado”, comenta. Pañuelos, trajes, vestidos, los propios paraguas… Todo este trabajo de diseño empezó en los talleres a comienzos de curso.
Después de pasar por una infinidad de complicaciones (peleas con el pueblo, tormentas, discusiones con políticos…), el Año 1889 consigue que Neptuno, causante de las inundaciones, entregue su poder a la gente para que pueda volver a su vida normal.
Así, el Año Nuevo ha logrado darle al pueblo lo que más quiere y necesita. Ya no hay crisis, la fiesta regresa a las calles de Pamplona, y esperemos que la factura de la luz (asunto recurrente a lo largo de la obra) comience a bajar. Los paraguas ya no son necesarios porque la lluvia ha cesado y el sol vuelve con la llegada del Año Nuevo, el astro se desliza por la enorme pantalla con un rostro de esperanza. Fin del último acto, se baja el telón. Aplausos.