María Iraburu
Rectora de la Universidad de Navarra
El pasado 10 de noviembre celebramos el #DiaDeLaCiencia, una jornada en la que admiramos la capacidad humana de conocer el mundo y de aplicar ese conocimiento para transformar la realidad que nos rodea. A la ciencia le debemos avances que han mejorado nuestra vida en tantos ámbitos.
Pero a veces olvidamos que es una realidad profundamente humana, realizada por personas y dirigida a personas, influida por las mareas y los retos de cada momento histórico. ¿Cuáles son los desafíos de la ciencia hoy? Os propongo algunos de los que me parecen más relevantes:
1. La ciencia como una voz fiable. El conocimiento científico se ha considerado una forma de aproximarse a la realidad basada en evidencias y, por ello, universalmente aceptada. Sin embargo, vemos con frecuencia que la voz de la ciencia queda acallada por discursos polarizados, manipulada por intereses partidistas o simplemente relegada ante contenidos impactantes. Si queremos construir una sociedad más justa y sostenible, necesitamos de la fiabilidad de la ciencia. Nuestro mundo requiere de investigadores e instituciones científicas que generen confianza.
A los científicos se les pide, cada vez más, el esfuerzo de transferir ese conocimiento, también a la ciudadanía. Una ciencia inclusiva es también aquella de fácil acceso para todos.
2. Una ciencia en diálogo con las humanidades, el arte, la vida. Celebrar la ciencia es también reconocer que ella sola no basta. Tantas veces los problemas que queremos resolver se encuentran con dificultades legislativas, de comunicación, o piden la colaboración entre distintos ámbitos. Pongo un ejemplo: esta misma semana se está celebrando la #COP27 en la que los líderes mundiales buscan soluciones para un problema que nos afecta a todos.
La ciencia puede ofrecernos soluciones a la crisis energética o propuestas para la economía circular, pero tiene que estar en diálogo para poder llevar a cabo su misión.
3. Una ciencia inclusiva, abierta a todos. La ciencia es especialización, es complejidad, no siempre puede explicarse fácilmente. Y, por otro lado, tiene un compromiso con la sociedad y no debe ser el patrimonio exclusivo de unos especialistas que trabajan al margen de los problemas y necesidades del entorno.
A los científicos se les pide, cada vez más, el esfuerzo de transferir ese conocimiento, también a la ciudadanía. Una ciencia inclusiva es también aquella de fácil acceso
para todos.
Pienso, en concreto, en la necesidad de potenciar la presencia de mujeres en emprendimiento en tecnología. Necesitamos la riqueza de la aportación y la creatividad de científicas y tecnólogas en ámbitos como la digitalización, que tienen ya un impacto tan grande en nuestras vidas.
Estos tres desafíos son una clara llamada a las instituciones de educación superior. En gran medida, la ciencia se hace en las universidades, con el trabajo de profesores e investigadores. Pero además, en las universidades tenemos el contacto con los jóvenes, de los que tanto aprendemos y a quienes podemos iniciar en la aventura de una ciencia fiable, abierta y comprometida. A todos los que compartís esta pasión, jóvenes o mayores:
¡feliz día de la ciencia!