Antonio Palma Voluntario asociado en comunicación, ONU Guatemala
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La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por los estados miembros de las Naciones Unidas en 2015, contiene un amplio conjunto de objetivos y metas universales y transformativos, de gran alcance y centrados en las personas, que buscan erradicar la pobreza y el hambre, mejorar la salud, la educación, la igualdad entre muchas otras cosas.
Pero para lograr estos objetivos, entre otras cosas, es necesario tener una mayor conciencia mundial, aunada al fortalecimiento de la enseñanza y aplicación de las ciencias; ello permitió que 2022 se proclamara como el Año Mundial de las Ciencias Básicas, debido a que estas son esenciales para lograr el desarrollo sostenible y mejorar la calidad de vida de las personas en todo el mundo.
Hablar de 2022 como año de las ciencias básicas nos permite mencionar otras dos fechas que se conmemoran en noviembre, la Semana Internacional de la Ciencia y la Paz, que se celebra desde 1986, y este año, desde el 9 de noviembre, y el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, que se conmemora el 10 de noviembre.
La paz y la ciencia son dos palabras que no se suelen escuchar juntas con mucha frecuencia, pero si lo pensamos a profundidad encontramos que tienen mucha relación y que pueden contribuir al desarrollo sostenible que busca la agenda 2030.
¿Cuál es el primer paso para transitar a una educación inclusiva de calidad?
Ejemplos de esto los podemos encontrar en lo afirmado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 2 de diciembre de 2021, cuando aprobó la propuesta de un Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible: “Las aplicaciones de las ciencias básicas son fundamentales para lograr avances en la medicina, la industria, la agricultura, los recursos hídricos, la planificación energética, el medioambiente, las comunicaciones y la cultura”.
Si pensamos, la ciencia contribuye de forma estrecha al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, si analizamos los descubrimientos y avances en la medicina, encontramos que contribuyen de forma estrecha al ODS 3, que busca garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades.
Por otro lado, los avances con relación a la agricultura contribuyen de forma directa al ODS 2, que habla sobre la erradicación del hambre, o al ODS 1, que nos menciona la necesidad de erradicar la pobreza. Así podríamos mencionar cómo los descubrimientos y estudios científicos contribuyen a uno o varios de los ODS para su logro en el año 2030.
Pero en este punto es posible que surja la pregunta: ¿Cómo contribuye la ciencia a la paz?
Al respecto debemos recordar que el ODS 16 aborda la necesidad de promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible. Este ODS 16 en todas sus metas explica la necesidad de erradicar todas las formas de violencia, para vivir en entornos pacíficos que permitan el pleno desarrollo de la persona.
Una de las formas directas en las que contribuye la ciencia hacia el mantenimiento de la paz es mediante la investigación, que puede determinar en qué aspectos debemos avanzar para erradicar todas las formas de violencia. Por otro lado, nos permite fomentar intercambios académicos que provocan que la violencia sea analizada a profundidad.
Como podemos ver, la ciencia está estrechamente relacionada con el desarrollo inclusivo, el desarrollo social, el desarrollo personal y el mantenimiento de la paz. Es muy importante emplear nuestros conocimientos en buscar formas de mejorar las vidas de las personas a nivel global, o bien, de nuestro entorno familiar y
comunitario.
En este día y semana sobre la ciencia, el desarrollo y la paz, es importante que pensemos cómo la ciencia contribuye a estos objetivos, cómo nosotros podemos contribuir a la construcción de un mundo mejor y, sobre todo, que motivemos a las niñas, niños y jóvenes para que se involucren en las ciencias y en la creación de desarrollo social, inclusivo y sostenible para todas y todos.
