Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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La próxima llegada del invierno boreal es un factor determinante desde el aspecto de las operaciones militares en el teatro de guerra; en pocas palabras, todo se complica partiendo de la movilidad (terrestre, aérea y marítima) la logística se entorpece, las bajas temperaturas afectan todos los mecanismos, las tropas se entumecen, la visibilidad disminuye, la voluntad de lucha puede paralizarse y prácticamente se puede congelar el escenario bélico, pero la devastación continúa y el imperio de la muerte se expande aún más.
La mecánica de destruir las centrales de energía va de la mano con negar la supervivencia de los habitantes de los territorios invadidos. La calefacción es elemental para soportar la época invernal, lo cual va en detrimento de los habitantes de los teatros de guerra; en igual forma, Europa se ve afectada por la reducción de abastecimiento de combustibles y gas para enfrentar las exigencias de la estación invernal.
Los próximos meses, el conflicto dará giros inesperados dentro de incertidumbre de las fuerzas oponentes. Napoleón y Hitler vieron derrotados a sus ejércitos por lo impredecible de un escenario glacial, hoy al igual que en el pasado, es determinante esta estación del año en el desarrollo de las actividades del diario vivir, no se diga, en la supervivencia en el campo de batalla.
Conquistar objetivos claves antes de la llegada del invierno, con sus días cortos y largas noches.
En los ocho meses que lleva el conflicto, aproximadamente más de 10 millones de personas se vieron obligadas a huir de sus hogares, lo que aumenta la cantidad de fallecidos por congelamiento y el desabastecimiento de alimentación.
La situación se vuelve crítica sin duda para ambos lados, es necesario entablar negociaciones para una tregua que permita anunciar el fin de las hostilidades lo antes posible, negándole espacio de maniobra a la muerte innecesaria de seres humanos.
Los últimos ataques con drones Kamikaze ya dejaron a 1100 localidades ucranianas sin electricidad y destruyeron el 30 por ciento de las centrales eléctricas; además, los bombardeos han dejado a ciudades sin suministro de agua, lo cual dificulta aún más la pervivencia de las poblaciones afectadas.
Debido a lo anterior, Kiev ha generado una política de restricción de energía, ordenando cortes de emergencia y programados para evitar el sobrecargar las líneas de transmisión existentes y reestablecer el servicio lo antes posible.
Los trabajadores de la central nuclear de Zaporizhzhia lograron reestablecer la conexión de la última línea de trasmisión, la que fue interrumpida en múltiples veces luego de los bombardeos, lo que permite que la central más grande de Europa pueda mantener en un buen porcentaje el suministro eléctrico de determinadas áreas de Ucrania.
Los ataques hacia la infraestructura vital de la capital de Ucrania y de otras ciudades se intensificaron, mientras las tropas ucranianas mantienen la presión con sus operaciones de contraofensiva liberando y tomando posición de los territorios usurpados, acelerando sus movimientos estratégicos a fin de lograr conquistar objetivos claves antes de la llegada del inclemente invierno, con sus días cortos y largas noches frías.
Es imperativo el detener esta guerra que tiene en vilo a la humanidad, las consecuencias son tangibles y visibles con una inflación generalizada, la paralización de las líneas de suministro a nivel global y el temor del uso de armas nucleares en un momento de ofuscación. En fin, la dinámica de cambios en el poder mundial es múltiple.
Las medidas, sanciones y declaraciones no dan los resultados esperados, solo complican la situación política militar, mientras, los ucranianos logran una mayor motivación para la defensa de su país. A la víspera de un clima inclemente, la prospectiva permite construir escenarios probables para el futuro mediato entre ellos, el inicio de un alto al fuego y el restablecimiento de la paz.