David Lepe
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Foto: Cortesía Touchstone Pictures
Hablemos de cine. El año 2002 tiene una gran peculiaridad, sobre todo para un país como Guatemala, en donde la mayoría de películas a las que se tiene acceso son distribuidas desde Estados Unidos.
Debido al duelo que aún vivía ese año el país norteamericano provocado por los ataques del 9/11, todo proyecto de largometraje relacionado con risas, brillo o violencia explícita, tenía altas probabilidades ser rechazado por el público o que la misma distribuidora lo guardase en una caja fuerte.
Hubo espacio para algunas superproducciones de aventura de sagas (Star Wars: Episode II – Attack of the Clones, The Lord of the Rings: The Two Towers y Harry Potter and the Chamber of Secrets), pero también destacaron filmes dramáticos de presupuesto mediano. Algunos de estos fueron: The Hours, In America, About a Boy, Igby Goes Down, The Good Girl, Moonlight Mile, 40 Days and 40 Nights y Birthday Girl.
Y aunque se estrenaron filmes de vacas sagradas de Hollywood como Roman Polanski (The Pianist), Steven Spielberg (Catch Me If You Can), Martin Scorsese (Gangs of New York) y Brian De Palma (Femme Fatale), también hubo espacio para los entonces conocidos como “los nuevos cuentahistorias del cine”, quienes ahora han cimentado su nombre como algunos de los mejores cineastas en la actualidad. Me refiero a David Fincher (Panic Room), Christopher Nolan (Insomnia), Alexander Payne (About Schmidt) y M. Night Shyamalan (Signs).
Hubo espacio para algunas superproducciones de aventura.
También se dejó un rincón privilegiado para extravagantes títulos que hicieron dar vueltas a nuestras cabezas, como Secretary, con las actuaciones de Maggie Gyllenhaal y James Spader; Adaptation, dirigida por Spike Jonze y escrita por Charlie Kaufman; y Punch-Drunk Love, del director Paul Thomas
Anderson.
Y el cine fuera de Estados Unidos tuvo un resplandor maravilloso. Se publicaron obras tan hermosas como inolvidables, entre estas la mexicana Y Tu Mamá También (de Alfonso Cuarón), la brasileña Ciudad de Dios (de Fernando Meirelles), la japonesa El viaje de Chihiro (de Hayao Miyazaki), la francesa La Profesora de Piano (de Michael Haneke) y las españolas Hable con ella (de Pedro Almodóvar) y Lucía y el Sexo (Julio Medem).
Una de mis favoritas ese año, si me das permiso para compartirla, estimado lector, es la maravillosa 25th Hour, de Spike Lee. No solamente une a tres de mis actores favoritos (Edward Norton, Philip Seymour Hoffman y Rosario Dawson), también relata una historia post 9/11 que mantiene al espectador pensando e imaginando escenarios desde los primeros minutos.
Otros largometrajes que me encantaron fueron el documental Bowling for Columbine, que tuve la oportunidad de verlo en la hermosa sala principal de la Cineteca Nacional de México; y 24 Hour Party People, filme autobiográfico acerca de la comunidad musical de Manchester entre 1976 a 1992, el cual lo conocí gracias a un extraño y desordenado festival de cine británico. No todos los días podemos admirar la primera presentación en vivo de The Sex Pistols.
Por último, cabe recordar que la locura actual de las películas de superhéroes comenzó en 2002, con Spider-Man, filme que a pesar de tener efectos visuales que no han envejecido bien, nos relata una historia con corazón que muchos guardamos con admiración y cariño.
Y pensar que, con tantas hermosas películas, Chicago fue elegido “Mejor filme” ese año por los Oscar. Pero, bueno, ¿qué sabemos nosotros de cine?