Juan José Pons
Investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra.
Al finalizar el verano comienza un nuevo curso académico y con él la movilidad en las ciudades alcanza su apogeo. La causa de esto son los denominados desplazamientos obligatorios, entendiendo por tales los de frecuencia diaria realizados por motivos laborales y de estudios, que son una parte fundamental del conjunto de la movilidad urbana y que durante los meses veraniegos se ven (obviamente) atenuados por las vacaciones.
Este tipo de viajes constituye, según las encuestas más recientes elaboradas en varias ciudades españolas, entre 40 y 50 por ciento del total de los desplazamientos urbanos. Por sus características, la movilidad ocupacional se resuelve en gran medida mediante la utilización del automóvil (en particular los movimientos laborales) y, además, con niveles muy bajos de ocupación en cada vehículo.
Como consecuencia de ello, la vuelta al trabajo y el comienzo de la actividad en los centros escolares suponen un incremento evidente del tráfico en las ciudades. Y con él llegan también el aumento de la contaminación atmosférica, el ruido, la congestión, los accidentes laborales ligados a desplazamientos (más de 75 mil al año en España) y otros muchos efectos indeseados causados por la movilidad urbana actual basada en el uso masivo del carro.
Se trata de un tema absolutamente central en el ámbito de la sostenibilidad
global.
Estas afecciones del intenso tráfico rodado de las ciudades suponen un riesgo para la salud de las personas, pero también para la propia salud del planeta, muy influenciada por lo que ocurre en los entornos urbanos.
No en vano, en las ciudades vive más de la mitad de la población del planeta y (según la Agencia Internacional de la Energía) en ellas se consumen hasta tres cuartas partes de la energía utilizada por el ser humano y se produce un 70 por ciento de las emisiones de CO2 lanzadas a la atmósfera.
A este respecto, viene bien recordar las palabras del que fue secretario general de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, Maurice F. Strong: “La batalla de la sostenibilidad se ganará o perderá en las ciudades”, lo cual parece cada vez más evidente, dado el creciente ritmo de concentración de población y actividades económicas en las áreas urbanas de todo el planeta.
A esa conocida frase añadió una coletilla que nos permite centrar la atención en el asunto del que trata este artículo: “La gestión de la movilidad urbana es lo que determinará quién ganará esa batalla”. Por tanto, la movilidad urbana no es solo un aspecto más del medioambiente de las ciudades, con alcance puramente local.
Al contrario, se trata de un tema absolutamente central en el ámbito de la sostenibilidad global, como lo demuestra el hecho de que el transporte es (con mucha diferencia) el sector de mayor consumo energético a escala nacional (44.9 por ciento y también urbana, muy por encima de la industria, el consumo doméstico, etc. Teniendo en cuenta que la movilidad sigue estando todavía ligada de forma abrumadora al uso de los derivados del petróleo, las consecuencias en lo que a contaminación atmosférica se refiere son evidentes.
Continuará…