Guillermo Monsanto
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Foto: Cortesía Luis López Bautista
La semana pasada comencé un listado que pretende situar a varios artistas dentro de su dimensión y los aportes que han realizado con su obra en años recientes. Protagonistas que participan en exposiciones colectivas, la mayoría de las veces, y que fluyen con soltura en un escenario que les da visibilidad temporal pero que no está dejando soportes escritos para el futuro. Quizás debería agregar que algunos de ellos exploran también el territorio de lo conceptual.
Siempre analizando el entorno rural, Antonio Hernández Jocón se manifiesta con un paisaje suelto en el que la sublimación de la información se convierte en sugerencia. Su pincel es preciso y sus vistas afortunadas. El color, vibrante, matizado a partir de manchas y pinceladas sueltas.
Edgar Roberto Marroquín, que también maneja acertados lenguajes relacionados con el paisaje, lo urbano y otros temas de libre expresión, también se decanta por el surrealismo creando composiciones muy luminosas. Lecturas que pueden encontrarse en las propuestas de Paulino Pichillá Culajay, quien abstrae información inmediata para reorganizarla de modo rítmico y agradable.
El arte nacional se nutre desde la rica interculturalidad chapina y la diversidad temática que esto implica.
En la fotografía se pueden listar, de entre decenas de fotógrafos, a Jorge Chavarría, Mafer García Pellecer, Karla Acuña Vela, Gilberto Ramírez, Isabel Gálvez, Jorge Luis Linares, Andrés Rojo y Luis López Bautista. Todos proponiendo, desde su perspectiva, registros, composiciones geométricas, abstractos e intervenciones mixtas que conforman el enorme imaginario del que se nutren.
Me detengo en López Bautista debido a que él es un creador multidisciplinario, ya que su primer medio creativo proviene del teatro (es actor, dramaturgo y productor). Fue en este ambiente que tomó sus primeros retratos para luego adentrarse en lo urbano y el paisaje.
Guatemala está pasando por un proceso sugestivo debido a la cantidad de artistas visuales que están fluyendo en un ambiente cuya pluralidad se extiende desde centros difusores tanto en la capital como en el resto de la república. Hay una enorme necesidad de decir cosas a través del arte que, insisto, si bien se está dando a raudales, queda invisibilizado por la falta de críticos calificados en el ejercicio analítico.
Aunque a estas alturas es una insensatez pensar en arte femenino y arte masculino, eso porque la frontera de la sensibilidad va más allá de esta limitante, sí es importante resaltar que todos estos escenarios son dominados por las creadoras plásticas.
El abanico expresivo abarca todos los medios disponibles. Los artistas en general están formulando desde sus diferentes realidades e intereses. Todos están bregando en un ambiente entusiasta, tolerante y particular. Matizada esta acción por una interculturalidad que suma mucho al universo colectivo y al repertorio creativo. Valgan estas dos columnas, la anterior y la presente, como un pequeño aporte al arte contemporáneo.