Frank Gálvez
Locutor y Periodista
[email protected]
La música nos acompaña a todos lados, y aun así es harto complicado crearla, porque en gran medida se realiza de manera inconsciente. Un claro ejemplo es el compositor Camille Saint-Saëns, quien se sentaba en su escritorio y escribía sinfonías y conciertos sin utilizar ningún instrumento musical como guía.
Y es ahí donde comienza la magia, pues una vez que se ha compuesto una nueva pieza de música, se convierte en una entidad en sí misma. Ya no pertenece al compositor. Existe en un marco de tiempo preciso donde su duración está predeterminada por su propia naturaleza.
En su longitud hay una crónica de tonos controlados que debe tener sentido absoluto para quienes escuchan la obra. Dado que la música utiliza estas formas como bloque de construcción, cada pieza tiene un vértice, un centro culminante que consigue estar en cualquier lugar. Todo conduce a él, y sin esta piedra de toque, la pieza puede sonar débil y sin dirección.
”La música da alma al universo, alas a la mente, vuelo a la imaginación y vida a todo“. Platón.
Ahí es donde la composición existe en su doble vida de sonido y partitura, pero ¿cuáles son las maneras de lograr que este producto final convincente y significativo exista por derecho propio? No hay una guía definitiva para componer, como tampoco una guía para crear vida a partir de mecanismos inertes.
Los compositores logran tener un gran conocimiento, lo que les proporciona las habilidades y herramientas necesarias, y pueden tener un gran sentido del juicio crítico, lo que les ayuda a evitar la rusticidad, el mal gusto y el ostracismo. Pero perciben por instinto lo que los convierte en el conducto de la música.
En mi opinión, la música es técnica y expresión a partes iguales; en otras palabras, la mejor música no es solo la técnicamente perfecta o la expresivamente rica, sino ambas. Es muy posible que puedan describir sus métodos, sus habilidades, sus conocimientos, su formación, sus éxitos y fracasos con gran detalle.
Pero no alcanzan explicar completa, parcialmente o incluso en absoluto, “cómo” sucede realmente. Y no hablemos de explicarle a una persona sin imaginación lo que es la creatividad… El acto de componer es profundamente personal e involucra conocimiento y experiencia. Ya lo dijo Albert Einstein alguna vez: “Si no fuera físico, probablemente sería músico.
A menudo pienso en la música. Yo vivo mis sueños en la música. Veo mi vida en términos de música.” Reunamos nuestra existencia con la de la música, y disfrutemos del mensaje que los grandes maestros han dejado para nosotros.