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La capacidad de respuesta de Pakistán ha quedado al límite para hacer frente a las inundaciones que han dejado más de un millar de muertos, centenares de heridos, y comunidades enteras bajo el agua o barridas por el lodo, una devastación de la que necesitará mucho tiempo para recuperarse.
Con la ocupación sobresaturada del hospital público del distrito de Kashmore, en la provincia de Sindh, las autoridades debieron instalar algunos charpai en los pasillos, una especie de catres tradicionales del Sur de Asia, por falta de camillas para dar primeros auxilios a los afectados por los efectos de las lluvias.
Además de los heridos en las inundaciones, un número creciente de personas acude a los centros de atención con fiebre, diarrea y otras enfermedades transmitidas por el agua. El hospital de la localidad, que comparte frontera con las provincias de Punjab y Baluchistán, muy afectadas por las lluvias, se ha convertido en un centro para la atención de las víctimas de este desastre natural.
Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió sobre las amenazas de una mayor propagación de enfermedades transmitidas por el agua o por vectores, como la malaria, la diarrea o el dengue.
Asimismo, “unos 888 establecimientos de salud han resultado con daños en el país, de los cuales 180 están completamente arruinados, lo que ha dejado a millones de personas sin acceso a atención y tratamiento médicos”, según datos de las regiones afectadas citados por la OMS.
“Podemos ofrecer lo que tenemos y hacer todo lo posible para brindar asistencia a las víctimas de las inundaciones. Recibimos más de 500 pacientes diariamente”, dijo Waheed Dareshak, el único galeno presente en ese momento en el centro asistencial.