sábado , 23 noviembre 2024
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Conectar con universitarios y contribuir al bien común (III)

Edward Brook

Director ejecutivo del Oxford Character Project

La Universidad de Oxford, por ejemplo, afirma en su declaración de misión: “Comprometidos con la formación personal de cadaestudiante, proporcionaremos una educación y experiencia de calidad que les faciliten los valores, las habilidades y la disciplina intelectual que les permitirá realizar una contribución positiva a la sociedad”.

El deseo de las universidades manifestado públicamente de preparar a los estudiantes para la vida en el siglo XXI se enfrenta a diversas presiones en la práctica. La enseñanza superior se ve arrastrada por intereses contrapuestos: un idealismo académico alejado del mundo, por un lado, y un consumismo demasiado mundano, por otro.

Superar esta disyuntiva no supone eliminar cualquier rastro de instrumentalidad en el ámbito universitario, algo imposible, sino equilibrar sus fines intrínsecos con sus necesidades instrumentales.

Los bienes próximos reconocidos ampliamente como característicos de una buena sociedad (como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas) pueden aceptarse con facilidad como metas que motivan a los jóvenes.

La propuesta para esa educación del siglo XXI debería implicar el diseño de planes de estudios que, en primer lugar, favorezcan su crecimiento personal, centrándose en el carácter y el propósito; también, que ayuden a los jóvenes a descubrir su propósito conectando sus conocimientos y habilidades con los problemas del momento, de forma que se vean capacitados para contribuir a la mejora de la sociedad, y, por último, planes que les lleven a desarrollar cualidades y habilidades de liderazgo para ser agentes de cambio en sus comunidades a través de sus carreras profesionales.

Retomando la orientación de la enseñanza superior hacia el bien común, merece la pena detenerse a considerar una dificultad inherente a esa aspiración. ¿Es posible que la educación universitaria se dirija al bien común cuando la naturaleza de ese bien es inevitablemente discutida dentro de la propia academia? Aunque algunos, a causa de esta tensión, acaben evitando la referencia expresa al bien común, la idea está presente en el deseo de universidades como la de Oxford y está latente en la aspiración de muchos estudiantes de dejar huella en el mundo.

Una alternativa a este silencio institucional es que no importe un desacuerdo teórico mientras, en la práctica, se viva un compromiso con un concepto quizá menos significativo pero consensuado de bien común. Conviene valorar la aportación de Cass Sunstein4 de que el consenso parcial y el “acuerdo incompletamente teorizado” pueden sostener la acción compartida incluso cuando se debate la naturaleza de lo bueno.

La idea de buscar el bien común (o “bienes comunes”) puede ser una finalidad propia de la educación universitaria, aunque haya ciertas diferencias sobre cómo se entienden esos bienes. En la práctica, los bienes próximos reconocidos ampliamente como característicos de una buena sociedad (como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas) pueden aceptarse con facilidad como metas que motivan a los jóvenes y para los que la educación debería prepararles.

De hecho, ayudarles a relacionar sus conocimientos con esas metas y con su sentido personal de propósito al comprometerse con ellas hace que la formación universitaria pueda sintonizar profundamente con los estudiantes. El Oxford Character Project (OCP) aborda estos aspectos sociales y personales de la educación superior desde las rúbricas de liderazgo y carácter. El OCP nació en 2014 para llevar a cabo una investigación teórica y empírica sobre estos dos últimos conceptos.

La base filosófica de su labor se apoya en la tradición de la ética de la virtud que resurgió en la segunda mitad del siglo XX gracias al iluminador trabajo de autores como Elizabeth Anscombe, Philippa Foot o Alasdair MacIntyre, y que se ha retomado como marco teórico de la filosofía y la práctica educativa por James Arthur, Kristján Kristjánsson, Nancy Snow y Candice Vogler, entre otros. 

Continuará…

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