Joseluís González
Profesor y escritor @dosvecescuento
Steiner fue un crítico valiente. Con la misma libertad de espíritu, Juan Manuel de Prada comenta sesenta obras que miran a Dios, entre el desierto de la literatura frívola o cínica y la insipidez de algún confesionalismo sin arte.
En el primer capítulo del primer libro de George Steiner (1929-2020) relucían, nada más abrir el ensayo, estas nobles palabras: “La crítica literaria debería surgir de una deuda de amor”. Venían después otras ideas y aspiraciones audaces de aquel joven y ya rotundo profesor de apenas treinta años: “De un modo evidente y sin embargo misterioso, el poema, el drama o la novela se apoderan de nuestra imaginación. Al terminar de leer una obra no somos los mismos que cuando la empezamos. Recurriendo a una imagen de otro campo artístico, diremos que quien ha captado verdaderamente un cuadro de Cézanne verá luego una manzana o una silla como si nunca las hubiera visto antes”. Los libros no son solo lo que alguien escribe, sino lo que nosotros leemos e interpretamos.
Tolstoy or Dostoevsky. An Essay in the Old Criticism se titulaba aquel estreno. Los apellidos de dos novelistas colosales del XIX eran tan radicalmente opuestos y tan imprescindibles como la aclaración que seguía en la cubierta del libro: se cerraba el año 1959 y Steiner ejercía la “antigua” crítica, la que no se plegaba a los postulados del New Criticism.
El New Criticism imperaba, en sus años de formación universitaria, en los estudios literarios angloamericanos. Aspiraba a hacerse, con rigor objetivo, ciencia empírica propia de la enseñanza superior. Huía de los defectos en que se había enredado el positivismo, remontarse a las fuentes, ir deshilachando minucias de la biografía del escritor, descifrar el entorno y los hechos históricos, para centrarse primordialmente en el texto, en las palabras que desfilaban por las páginas. Su lema era ceñirse a esas words on the page. La página, concebida como una urna. Como un tubo de ensayo. Como un sarcófago, para algunos. Pero el New Criticism logró análisis luminosos.
Steiner iba más allá. Entrelazaba creencias filosóficas, intimidades y manifestaciones teológicas, convicciones o falsedades políticas y sinuosidades biográficas. Hasta con contradicciones. El texto es un sistema de relaciones donde se teje y se hilvana todo. Y es más que la suma de todos sus elementos. Las palabras se salen de sí mismas. No tienen un final. Leer, no digamos releer, humaniza más. Agranda.
Dedicarse a la crítica literaria no equivale a ser reseñista. El reseñista de novedades literarias debe acreditar saber leer atentamente y con libertad auténtica, situar en el transcurso temporal de las letras tanto este título del que informa como a su autor.
Continuará…