Paula Orihuela
Revista Nuestro Tiempo
Los mercadillos de Navidad, las primeras nevadas y el comienzo de la temporada de esquí, los festivales de cerveza, la llegada de la primavera con la apertura de los biergartens, el buen tiempo en verano con excursiones a los Alpes y a los lagos… son buenos ejemplos de ese espíritu que lo celebra todo. Desde Múnich también he podido seguir conociendo el resto de Europa.
En unas pocas horas de tren o coche se puede visitar Austria, Suiza, el norte de Italia, Francia o la República Checa. Por no hablar del resto de Baviera y Alemania, que también ofrecen muchos lugares para descubrir.
Por ejemplo, Heidelberg, una ciudad con mucha historia y la universidad más antigua del país, donde visité hace poco a mi amiga Cristina Pons, que acaba de mudarse. En TUM hice el máster en Biomedical Computing que me abrió las puertas a muchas más oportunidades de las que había soñado cuando empecé la carrera.
En unas pocas horas de tren o coche se puede visitar Austria, Suiza, el norte de Italia, Francia o la República Checa.
El programa consistió en dos años centrados en imágenes médicas, investigación biomédica y programación. Dentro de esos temas, el plan de estudios era bastante flexible y nos permitía cursar asignaturas en distintas facultades, como la de Medicina, Informática, Matemáticas o Física.
Ese ambiente tan interdisciplinar supuso un reto pero aprendí muchísimo. Me dieron clase profesores que son referentes mundiales en innovación biomédica, como el doctor Nassir Navab, que asimismo es docente en la Universidad Johns Hopkins y tiene más de cuarenta patentes, además de haber fundado varias empresas.
También, colaboré con el hospital universitario Klinikum Rechts der Isar y conocí muchas empresas del sector. Entre ellas, General Electric (GE), la multinacional americana líder en tecnología de la salud, donde desarrollé el trabajo fin de máster en análisis de imágenes de resonancia magnética para cuantificar la microestructura cerebral.