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La ciudad de Nagasaki, al sur de Japón, conmemoró ayer el 77 aniversario del devastador ataque nuclear que arrasó la ciudad, en un contexto de preocupación por el conflicto Rusia-Ucrania y la pérdida de impulso para un desarme nuclear global.
Durante el evento, el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, lamentó la falta de avances del movimiento hacia la desnuclearización y pidió que la tragedia vivida en esta ciudad japonesa tras el ataque atómico de 1945 “no se repita nunca”. “El impulso para un desarme nuclear está sufriendo, por lo que Japón trabajará con decisión por un mundo sin armas atómicas. No importa lo difícil que sea”, dijo el mandatario nipón durante el acto.
400 mil víctimas mortales se reportan en los bombardeos de esa época.
La ceremonia se celebró frente a la Estatua de la Paz, situada cerca del hipocentro de la explosión, y comenzó con cánticos, así como la ofrenda de flores y agua en memoria de las víctimas, que se realiza en recuerdo a las personas que sufrieron quemaduras internas y externas durante la explosión y que pedían desesperadamente agua al resto de supervivientes para calmar su sed.
También se llevó a cabo un minuto de silencio a la hora exacta en la que explotó la bomba, las 11:02, en un acto en el que participaron hibakusha (que lograron mantenerse con vida), que tienen ahora, al menos, 77 años y sobrevivieron a los estragos de la guerra y las consecuencias de la radiación.
El primer ministro nipón también hizo énfasis en la importancia del Tratado sobre la No Proliferación (TNP), que entró en vigor en 1970, en plena Guerra Fría, y prohíbe la posesión de armas nucleares a cualquier país que no forme parte del grupo de potencias formado por Estados Unidos, Reino Unido, China, Francia y Rusia.