Guillermo Monsanto
Foto: Cortesía Guillermo Monsanto
Esta artista guatemalteca, nacida en 1971, vive en la ciudad de Saanen (Suiza) desde hace dos décadas. Comunidad de ensueño, rodeada de montañas, bosques, ríos y casas regionales. Espacio en donde ha tenido la oportunidad de actuar ante diferentes tipos de público a lo largo del tiempo transcurrido desde su llegada a este país.
Su ingreso al universo escénico lo realizó en el programa semanal para niños Marta Bolaños de Prado, en la radio TGW, entre 1981 y 1991. Cabina en la que aprendió a representar diferentes personajes y en donde adquirió una refinada y potente dicción, la que, sin lugar a duda, se vuelve orgánica cuando interpreta canciones y melodías subyugantes por su naturaleza y sentimiento musical. Fue quizás trabajando para niños que consiguió conservar en su corazón una esencia mágico-creativa que la ha acompañado hasta el presente.
La carrera teatral de Luisa Urquizú cambia de medio cuando se presenta, entre 1991 y 1993, en El juego que todos jugamos. Esta vez, dirigida por uno de los directores más reputados del medio; Guillermo Ramírez Valenzuela. Comienzo, con buen pie, que le dio la visibilidad para llegar a otro grande; Joam Solo con quien trabajó Aurelia y sus hombres (1993-1994). Dos referentes, ambos artistas, fundamentales en el desarrollo teatral guatemalteco del
entre siglo.
Sus personajes son intensos, profundos y entrañables. Nos muestran la esencia humana del que sufre.
De 1994 a 2000 se interna en lo que ella califica como comedias de bulevar. Esta vez, trabajando en exclusiva para Joam Solo títulos como Doble de turno, Todo por un beso, Líos de hotel y Adán y Eva, obras que, por la fama de puntilloso que tiene Joam Solo, fueron finamente bordadas y no descuidaron ningún aspecto artístico. Entre 2001 y 2002 cierra la triada de directores emblemáticos con Ángelo Medina con Enséñeme seño.
Ya en Suiza, pero aprovechando sus cortos regresos a Guatemala, sumó una serie de aciertos bajo la dirección de Guillermo Ramírez Valenzuela, Joam Solo y el chileno Hermán Ormeño. Entre estos destaco La señorita doña Margarita con el primero, La diatriba y Platicando, con el segundo. Hay que anotar que además de actriz, también ha producido importante dramaturgia y hasta se ha autodirigido con éxito. Son los monólogos, quizás, los que mejor muestran su temple expresivo.
Presencié la lectura interpretativa de La señorita doña Margarita y el montaje de La diatriba y me quedé gratamente impresionado. Su nivel está a la altura de quienes la han guiado. El manejo de sus emociones la señalan especialmente por su alto desempeño histriónico. Sus diálogos son abordados con profundidad, sentimiento y una electrificante emoción que se contagia al público. En la actualidad está trabajando un libreto, aún sin título, que se presentará próximamente en La Antigua Guatemala.