Mevliit Qavuqofilu
Ministro de Relaciones Exteriores de Türkiye
En la noche del 15 de julio de 2016, la “Organización Terrorista Fethullah”
(FETO) inició un sangriento intento de golpe de Estado contra el pueblo y el Gobierno de mi país. Su objetivo era establecer un régimen radical y fundamentalista, leal únicamente a su líder Fetullah Gülen.
Mientras las unidades del ejército afiliadas a la FETO salían de sus cuarteles para ocupar lugares clave, como el puente del Bósforo en Estambul, los aviones de combate y los helicópteros de ataque bombardeaban objetivos estratégicos como el Parlamento, el complejo presidencial y los cuarteles del ejército, la policía y miles de civiles tomaron las calles para detener este atroz intento de golpe de Estado sin precedentes.
Los conspiradores asesinaron a 251 civiles inocentes y dejaron miles de heridos. Esa noche, el pueblo turco defendió la democracia con su vida. Esta heroica respuesta fue algo que los conspiradores no previeron. Para comprender lo sucedido, hay que entender la verdadera naturaleza de la FETO: se estableció a finales de la década de 1960 como un supuesto “movimiento religioso”.
Muchos civiles inocentes también fueron atraídos.
Con el pretexto de promover la educación y el diálogo interreligioso, logró encubrir sus malignas intenciones. La infiltración bien planificada y ampliamente extendida de miembros y conversos de FETO en el ejército, los cuerpos de seguridad, el poder judicial y numerosas instituciones gubernamentales, incluido mi Ministerio, se llevó a cabo durante décadas de forma clandestina para un plan global, cuya fase final se desencadenó el 15 de julio de 2016.
Si el intento de golpe de Estado hubiera tenido éxito, hoy existiría una Türkiye muy diferente. La democracia no habría existido y los derechos y libertades fundamentales se habrían suspendido indefinidamente. La nación habría caído en manos de un gobierno extremista. La FETO no solo controlaba una parte importante de las instituciones educativas, sino que también era propietaria de numerosas instituciones financieras.
Sus cuentas bancarias fueron alimentadas por destacados miembros de la FETO en la industria y el comercio, así como por funcionarios y miembros del público. Muchos civiles inocentes también fueron atraídos para que contribuyeran a las finanzas de la FETO al ser manipulada su piedad. Los enormes ingresos obtenidos de sus escuelas en todo el mundo se canalizaron hacia estas cuentas que esperaban clandestinamente su movimiento final.
Tras el sangriento intento de golpe de Estado del 15 de julio de 2016, se inició una decidida limpieza del sector público, incluidas las instituciones gubernamentales y el ejército, así como del sector privado de todas las personas y empresas afiliadas a FETO. Se detuvo a algunos conspiradores destacados. Otros escaparon de la justicia y encontraron refugio en países extranjeros.
La naturaleza y el alcance de la lucha de Türkiye contra FETO no es diferente de la que han ejercido otros países contra organizaciones que han aterrorizado a funcionarios y civiles por igual, y han puesto en peligro los valores democráticos, los derechos y las libertades fundamentales. Türkiye está haciendo lo que los respectivos países en su lucha contra el terrorismo han hecho en el pasado.
Todos los procedimientos se ajustan a la ley. El terrorismo no tiene nacionalidad, etnia o religión. Esta amenaza afecta a toda la humanidad. Por lo tanto, la respuesta a esta amenaza debe ser solidaria y decidida. Ningún Estado puede permitirse el lujo de diferenciar a los terroristas y ninguna organización terrorista puede clasificarse como “útil” según las preferencias.
La FETO es responsable de la pérdida de cientos de vidas, así como de otros graves crímenes contra el pueblo turco. Seis años después del 15 de julio de 2016, Türkiye continúa su lucha decidida contra FETO, al igual que continúa su lucha contra otras organizaciones terroristas como el PKK, el PYD-YPG, el DHKP-C y DAESH. Esperamos que la comunidad internacional se solidarice con Türkiye en la lucha contra el terrorismo.