Dr. Jorge Antonio Ortega G.
Su posición en el Mar Negro es geopolítica estratégica para el control de la vía marítima, logística para las tropas, las comunicaciones y el lanzamiento de cabezas de playa hacia el puerto Odessa, uno de los más importantes del país agredido.
El control de esta isla, a 45 kilómetros del litoral ucraniano, es de suma importancia y es por ello que la proyección de la fuerza naval rusa fue de las primeras posiciones tomadas.
Pero todo se complicó para los invasores a partir del ataque al barco insignia de la flota rusa Moskva, que se encontraba a 65 millas náuticas de tierra firme que recibió el impacto de varios misiles. La nave militar se hundió. Tremenda pérdida para las fuerzas de mar, que obligó a redimensionar las operaciones de la fuerza naval en el Mar Negro. A la isla no se le consideró un puerto seguro para las naves de la Federación Rusa.
El Kremlin abandona la posición, no por asuntos humanitarios como lo anunciaron para dar paso a las naves con los granos y cereales que alimentan a millones de personas y a la presión internacional para permitir el paso de los cargueros
ucranianos.
La situación es clara, inequívoca y simple; se debe a los constantes ataques exitosos del comando sur de operaciones de Ucrania sobre la isla con drones, aviación y bombardeo con artillería de costa. La posición de la isla es insostenible para las tropas invasoras.
Pero la isla resulta fundamental para alimentar la esperanza de conseguir una invasión anfibia a Odessa y controlar el sur de Ucrania, también permitiría aproximarse a las bases de la OTAN en Bulgaria y Rumania. Todo eso se desvaneció debido al asedio diario de la artillería tierra desde el 20 de junio. Ahora, Ucrania posee cañones poderosos que le permiten castigar constantemente a las fuerzas invasoras. Los costos en vidas y material bélico son cuantiosos. Luego de diez días las tropas rusas abandonan la Isla de la Serpiente.
Un ataque de madrugada tuvo como objetivo la isla en disputa y las plantas de gas cercanas que Rusia había utilizado como estaciones de radar y vigilancia. La destrucción fue devastadora y efectiva gracias al poder y alcance de los obuses CAESAR, de fabricación francesa, capaces de alcanzar objetivos a más de 40 kilómetros con proyectiles no guiados, pero sumamente precisos, suficientes para provocar pesadillas a lo largo y ancho de la isla.
Independiente de lo anterior, la ofensiva ucraniana no le permitió a Rusia la instalación de un sistema de artillería que les permitiera repeler los ataques y la destrucción de su material bélico. Una roca del doble del tamaño de Alcatraz, la Isla de la Serpiente ha desempeñado un papel estratégico en la confrontación bélica entre las fuerzas y un asunto de moral para los ucranianos en la búsqueda de la
victoria.
Fue un objetivo del primer día de la invasión, el buque insigne ruso en el Mar Negro, el Moskva, llegó a sus costas a pedir la rendición de un pequeño puesto de guardia.
La famosa y descortés negativa de la guarnición se convirtió en un grito de guerra para el país agredido: “Barco de guerra ruso, ¡váyanse al demonio!”
Ucrania lanzó audaces incursiones a la isla, hundiendo un buque de suministros y un remolcador de rescate ruso el Vasiy Bekn, fue alcanzado por dos misiles antibuques occidentales y que se encontraba descargando un sistema de defensa antiaérea Tor. En la nave se sugiere que había 33 hombres a bordo.
No hay prisa por parte de los ucranianos de poner sus fuerzas en la Isla de la Serpiente; solo es necesario hacer imposible el uso de los rusos de ella.