sábado , 23 noviembre 2024
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Garrocho mira la otra cara del tapiz (II)

Ana Terreros  y Álvaro Fernández de Mesa 

Revista Nuestro Tiempo

Ahora bien, Garrocho no es un enemigo de las redes sociales. De hecho, se puede decir que es un converso, ya que no hace tanto que desembarcó en Twitter, donde suelta pequeñas píldoras. Pero sí le preocupa cómo se suelen utilizar: “Me da pena cuando veo a profesores universitarios rebajarse al nivel de un chaval de 17 años que se lo pasa bien desde su cuarto. Yo intento hacer un uso lúdico y desenfadado, porque no podemos pretender crear un debate en una estructura tan simple”.

En su opinión, esta cultura del zasca (que afecta tanto a los jóvenes) por una parte no da pie a profundizar y, por otra, provoca que la ignorancia acabe imponiéndose, porque “tiene una capacidad de viralizarse mucho mayor que la cultura”. Garrocho ve este problema con cierta inquietud, y advierte de que la solución exige esfuerzo: “Los jóvenes tienen que manejar las fuentes históricas, filosóficas y espirituales del mundo en el que viven. 

Sin eso, están absolutamente desprotegidos”. No entiende ese afán por mirar hacia delante sin fijarse en lo que ya ha ocurrido, porque así resulta imposible entender nuestro tiempo, ni evitar errores que se han cometido antes. Este “reseteo de la historia” en la educación “sitúa a los chavales en la casilla de salida. Sin armas, sin poder servirse de todo lo que la tradición nos había dado”. 

Como afirma en Sobre la nostalgia, su segundo libro después de Aristóteles. Una ética de las pasiones: “Condenar la memoria no es más que una estrategia para intentar que la memoria no nos condene a nosotros”. Garrocho tiene claro que una visión vital demasiado anclada en el pasado es dañina, ya que puede conducir a no plantearse preguntas nuevas. Pero reivindica la nostalgia como “un rasgo esencialmente humano, que habla del recuerdo de aquello que nos falta”. A pesar de que siempre ha formado parte de nosotros (“en Homero ya hay una rememoración de lo sido, de la posibilidad del regreso…”), hoy en día la nostalgia tiene, en su opinión, una especial relevancia. Y más después de dos años de pandemia: “Ahora encontramos en los bares de moda la típica vajilla de casa de tu abuela. ¿Por qué? Porque la gente quiere refugiarse en el hogar, quiere volver a soñar como entonces”. Un fenómeno que, como apunta, resulta muy interesante si sirve para dar importancia a las raíces: “Nos hemos dado cuenta de lo que nos duele no ver en Nochebuena a la abuela ni al cuñado pesado. Que sí, es un pesado, pero es bonito verlo y recordar que perteneces a un grupo de personas, a una tribu. Que estás vivo”.

Garrocho confía en que este gusto por lo vintage se traspase también al plano intelectual. 

Continuará… 

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