José María
Sánchez Galera
Revista Nuestro Tiempo
El general añadía que el heroísmo no es individual, sino tarea de equipo, y finalizaba su discurso con unas palabras (“Dentro de treinta años, cuando estéis sentados junto a la chimenea, con vuestro nieto sobre las rodillas, y os pregunte: ‘¿Tú qué hiciste durante la Segunda Guerra Mundial?’…”) que, en cierto modo, recordaban a las de Enrique V en la tragedia de Shakespeare: “Este día se llama fiesta de San Crispín, y aquel que sobreviva a este día y retorne al hogar [… ] cada año durante la víspera convidará a sus vecinos y dirá: “¡Mañana es san Crispín!, y entonces se subirá las mangas, mostrará sus cicatrices y dirá: ¡Estas heridas las recibí el día de San Crispín!”.
Traído a nuestros tiempos, García-Máiquez observa cómo los alumnos, “desheredados” de la lectura de la epopeya antigua o medieval, “tienen que imitar a las estrellas deportivas o de la canción comercial”. “La Canción de Rolando […] me dio una confianza tal en las posibilidades del hombre para superar su propia condición […] que obró en mí como una especie de manual de autoayuda a lo sublime, cuando no a lo divino”, escribe Luis Alberto de Cuenca en Los caminos de la literatura.
El cambio de valores lo han advertido varios pensadores.
Apenas un par de generaciones atrás, como recuerda García Gual, escribía Machado: “¡Ah, cuando yo era niño, soñaba con los héroes de la Ilíada…!”. El cambio de valores lo han advertido varios pensadores. El filósofo Javier Gomá sostiene que, por primera vez en la historia, la cultura ha dejado de ser aristocrática, ya que “los héroes de la tradición ignoran la belleza, verdad y justicia de la dignidad igualitaria”.
Esta pista que aporta Gomá nos puede llevar a pensar que, a fin de cuentas, nuestra época ha ensanchado el ideal caballeresco cristiano: para alcanzar el Grial lo que importa es la rectitud del corazón, algo igual de fácil o de difícil para un plebeyo o un rey.
Dicho de otro modo, ¿no es el héroe cristiano el más democrático de todos? O, con un ejemplo de la cultura popular, ¿no es Tintín quizá uno de los mejores modelos de heroísmo? A fin de cuentas, era un atractivo paradigma que Hergé presentaba a los niños católicos belgas en Le Petit Vingtième.
Tintín es periodista (profesión eminentemente moderna), no es aristócrata (el etílico Haddock sí lo es, en cierto sentido), es inteligente, comprensivo, lucha por la verdad y la justicia, y es capaz de exponer su vida por sus amigos, como el chino Tchang, heterónimo de Zhang Chongren, una persona de carne y hueso por la que Hergé sentía devoción y afecto.
Arquetipos y guías de lo humano. El héroe es prototipo de humanidad, concepto que, de manera indisoluble, está ligado a cómo las distintas culturas y épocas han entendido lo que es el hombre, la sociedad, la naturaleza, Dios.
Continuará…