Guillermo Monsanto
Este evento arribó a 24 años de actividad ininterrumpida, continuidad que permite perfilar, a través de sus catálogos y otros registros, una buena parte del arte visual contemporáneo. En palabras de José Rozas-Botrán, la actividad se ha convertido “en un laboratorio de encuentro concebido para exhibir, promover, y enriquecer el acervo de coleccionistas experimentados o en ascenso”, ejercicio fortalecido por la visión de un equipo curador cuya misión es el análisis de las obras de arte desde una perspectiva inclusiva, característica que siempre ha acompañado las acciones de la Fundación, y al mismo tiempo, ofrecer al público lo más relevante por las características de las piezas participantes en la convocatoria.
Cada muestra que se exhibe en la Fundación Rozas-Botrán cuenta con un depurado guion al que se suma un impecable montaje. Tal es el cuidado que sus administradores ponen en este aspecto que cada visita se convierte en el pase a un museo de arte. Y con esta acción, el espacio adquiere otro valor agregado ya que también ejerce una positiva influencia educativa. Es, en otras palabras, un escaparate de lujo para las artes visuales.
También es importante la cantidad de registros que deja en documentos de diversa índole como libros, catálogos y otros aportes. Sus catálogos de Arte en Mayo son una joya debido a que representan una verdadera referencia de consulta sobre la actividad creativa del presente. Como complemento, y con un análisis más detenido de contenidos, hay entre sus repertorios otros tipos de libros con contenidos que permiten concebir un imaginario guía para los neófitos o buen sustento para los conocedores de arte.
Los montajes de Rozas-Botrán relucen por el cuidadoso guion museográfico que llega al público.
La memoria de 2022 está integrada por artistas de diferentes generaciones. Reluce, entre los primeros, cuatro tintas chinas a mano alzada,de Dagoberto Vásquez Castañeda. Su dibujo preciso y el modo como aprovechaba el contraste de los fondeados con las áreas blancas del papel honran su mano y le presentan como el maestro de arte que fue. También es importante el collage de Ada Colocho, artista que está dando mucho de que hablar por su brillante participación en el ambiente cultural de Guatemala.
Importante es la reaparición de Anabella Edwars y Adán Aguilar; César Cartagena, Esteban Solares, Fabián Hernández, Gabriela Alfaro, Igal Permuth, Jacobo Mena, Javier Alas (El Salvador), Joel Batz (dueño de un surrealismo fabuloso), Jorge Chavarría (con una muestra importante en la Alianza Francesa), Julián González Gómez (y sus minuciosas tintas), Juan Maurilio Mendoza, Mariana Siebold, Mauricio Alexander López (El Salvador), Melvin Tajiboy (con una panorámica espectacular y sutil al mismo tiempo) y Rodolfo de León entre muchos otros con carreras consolidadas. Es imposible listarlos a todos. Tal vez lo más importante sea que el público visitante tome en cuenta la depuración por la que pasaron para estar en la exhibición. No se la pierda.
