Foto: EFE
Argentina la quería más, y Argentina la tuvo. La marea de aficionados que tiñó de albiceleste Wembley se fue contenta con su selección, campeona de la nueva Finalissima, gracias a unos minutos mágicos de Lautaro Martínez, coronados con un gol y una asistencia, contra una Italia entristecida (0-3).
Ovacionado cada vez que tocaba el balón y agradecido con su público, al que se acercó a saludar en la previa del partido, de la cabeza de Messi salió el primer tanto. El genio rosarino, de espaldas a portería en la frontal, se giró en una baldosa, dejando atrás a Di Lorenzo, se metió en el área y habilitó sin
portero a Lautaro.
Él solo deshilachó el encuentro, Lautaro dio la puntada. Esta vez el del Inter de Milán se vistió de periscopio, le puso una pelota filtrada a Di María, cuando el árbitro ya avizoraba el descanso. Entre los dos centrales pasó la pelota y por encima de Donnaruma la picó Di María, que sigue sin equipo, pero a quien no faltarán novias este verano.
Para coronar la derrota azzurra, apareció Paulo Dybala, desplazado a la suplencia por Gio Lo Celso, y que jugó el tiempo de descuento para aprovechar un rebote de Messi en la frontal y acomodarla
junto al palo.