sábado , 23 noviembre 2024
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El poder de las alianzas

Jean-Pierre Lacroix
Secretario General Adjunto

Apoyar a nuestro personal de mantenimiento de la paz es ahora más importante que nunca. Todos los días, el personal de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas se moviliza para brindar protección a cientos de miles de personas vulnerables producto de las situaciones políticas y de seguridad más frágiles en el mundo.

Nuestro personal civil y uniformado apoya los “alto al fuego”, previene y responde a la violencia, investiga las violaciones y los abusos de los derechos humanos y ayuda a construir la paz, la recuperación y el desarrollo en los países afectados por conflictos. No hay duda de que su presencia salva y cambia vidas.

En Sudán del Sur, más del 80 por ciento de los encuestados en un reciente estudio de percepción dijeron sentirse más seguros gracias a la presencia de las fuerzas de paz de la ONU. Las comunidades de otras zonas de conflicto también dan testimonio del impacto del mantenimiento de la paz.

Día del personal de paz de las Naciones Unidas.

Durante la operación “Que reine la paz” en la República Centroafricana, los líderes locales informaron que el aumento de las patrullas estaba disuadiendo a los grupos armados, mientras que el suministro de agua potable, la asistencia médica y la rehabilitación de carreteras por parte de las fuerzas de paz habían mejorado considerablemente sus vidas.

“Previene a los enemigos de la paz en nuestra región para que la paz regrese y nos permita movernos libremente”, dijo Iyo Feikoumon, de la aldea de Doyi.

En algunas operaciones de paz, una tarea principal es brindar una protección sólida a los civiles debido a la naturaleza de la amenaza sobre el terreno. Nuestro personal militar y policial hace todo lo posible para llevar a cabo este mandato en condiciones difíciles y, a menudo, peligrosas. Sin embargo, el objetivo final es crear las condiciones para soluciones políticas y una paz sostenible. Esa es la verdadera medida de nuestro éxito.

Lograr ese resultado es cada vez más difícil en un clima político y de seguridad mundial cada vez más tenso.

Los conflictos son más complejos y de múltiples niveles, con tensiones locales alimentadas por fuerzas nacionales, regionales e internacionales que actúan en su propio interés.

Un número creciente de actores está involucrado en la violencia, incluidos elementos criminales, terroristas y otros elementos armados. Es difícil relacionarse con estas personas y grupos, con diversos motivos y objetivos y, a menudo, con vínculos con la delincuencia organizada transnacional, porque no tienen ningún interés real en llegar a acuerdos políticos que fomenten una paz duradera.

Estamos asistiendo a un enfoque menos unitario para la resolución de conflictos entre las potencias mundiales debido a las crecientes divisiones políticas que, a su vez, reducen presión a las partes beligerantes para que pongan fin a la violencia y hagan concesiones.

Estas divisiones se ponen en evidencia en las resoluciones del Consejo de Seguridad relativas a los mandatos de mantenimiento de la paz, observándose una menor unanimidad en las decisiones tomadas por los Estados miembros, especialmente en las renovaciones de los mandatos, así como también un menor apoyo a nuestras misiones de paz cuando estas se enfrentan a desafíos sobre el terreno.

El aumento de la desinformación y la tergiversación de la información también está creando nuevas y crecientes amenazas a la seguridad del personal de la ONU y de las comunidades a las que sirven. En lugares como Malí, la República Centroafricana y la República Democrática del Congo, las noticias falsas alimentan los combates y la hostilidad hacia las misiones de mantenimiento de la paz.

Estamos experimentando un aumento de los ataques a nuestras bases, emboscadas a los convoyes y un mayor uso de artefactos explosivos improvisados. En este entorno, la emblemática bandera azul que debería brindar seguridad a las fuerzas de mantenimiento de la paz corre ahora el riesgo de convertirlas en un objetivo a atacar. Desde 1990, el Ejército de Guatemala aporta a las fuerzas de paz de la ONU.

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