Frank Gálvez
Locutor y Periodista
[email protected]
Desde que el noble Cyrano de Bergerac fue estoico al respecto, el gran Dante se inspiró en su admiración por Beatriz, y el protagonista de Las penas del joven Werther falleció a causa del enorme vacío que sentía en el pecho, el amor no correspondido ha sido uno de los grandes temas de la existencia universal.
En su tesis El amor no correspondido: sobre angustia, ira, culpa, desorden y humillación, el doctor Roy Baumeister explica que este “…surge como una experiencia angustiosa bilateral marcada por la incomprensión mutua y la interdependencia emocional, donde los rechazados evocan el pasado con emociones intensas, mientras que los que rechazan son más negativos en sus historias.
Los que rechazaron hilvanan relatos reduciendo su culpa, mientras que los rechazados los desarrollan para reconstruir su autoestima.” Curiosamente, los estudios revelaron que usualmente había más desdicha por parte de la persona que rechaza que por parte del rechazado, y a largo plazo las personas parecen apreciar más los momentos en que fueron amadas, que los recuerdos de los momentos en que fueron despreciadas.
“El equilibrio es no dejar que nadie te quiera menos de lo que te quieres tú” (Elizabeth Gilbert).
“Dado que cada incidente de amor no correspondido involucra a un enamorado y a uno que rechaza, se esperaría que el cociente fuera el mismo”, indica Baumeister. “Pero descubrimos que, en promedio, la gente expresa haber sido más amada, en comparación a lo que han amado”. Conjuntamente, la mayoría de los enamorados dijo que todavía tenía debilidad en sus corazones por las personas que había despreciado su afecto.
Helen Fisher, antropóloga neoyorquina, señala que factores ambientales y culturales interactúan fijando el objeto del amor de un individuo. Los humanos forman una imagen mental de la pareja ideal, basada en un patrón preestablecido desde temprana edad en el cerebro. A pesar de esto, las sociedades comparten un núcleo de valores, y se ven atraídas por parejas que son limpias, jóvenes, saludables y tienen la capacidad de reproducirse.
Y es que el amor es una experiencia intrínseca: arrasa paradigmas sobre la satisfacción humana que proviene de amar o ser amado, causando un valioso contrapeso que toca el lado más íntimo del alma para exponer que la reciprocidad del afecto es pieza fundamental para la felicidad. Aunque el amor no correspondido duela, siempre es posible sanar, crecer y superar la experiencia.
Una vez que se acepta la realidad de la situación, se obtiene perspectiva que permite seguir adelante para llegar a construir una relación que sea recíproca.