domingo , 24 noviembre 2024
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Posdoc en tiempos de pandemia (I)

Pedro de la Rosa Fernández Pacheco
Revista Nuestro Tiempo

Hay fríos… y fríos. Aunque nací y viví en Ciudad Real y estudié la carrera en Pamplona, he tenido que llegar a Cambridge para aprender a defenderme de varias semanas con nieve por todos los lados y temperaturas medias de -6 ºC.

Pero lo mejor es que nadie se inmuta; hay mucha experiencia y la vida no se detiene en absoluto. Basta con abrigarse, forrarse de arriba abajo, y practicar un verbo que yo desconocía: palear, dar paladas. Cada vecino se responsabiliza de su casa, y las autoridades de las calles y avenidas. Por eso, y porque vivo en una residencia al lado del campus, durante las nevadas he podido caminar hasta mi laboratorio y no interrumpir mi investigación sobre la relación entre salud pública y felicidad.

El que sí es capaz de bloquear las rutinas de Harvard es el Covid.

El que sí es capaz de bloquear las rutinas de Harvard es el Covid. De hecho, durante el curso 2020-21 no hubo clases presenciales y eso hizo que la primera parte de mi etapa americana fuera “en remoto” desde Pamplona, con reuniones semanales por Zoom hasta el 29 de septiembre de 2021, cuando llegué al campus.

Reconozco que me ha llamado mucho la atención lo tajantes que han sido en Harvard respecto al virus, con medidas que no me imagino en España: todos los alumnos y trabajadores deben estar vacunados y, semanalmente, tenemos que hacernos pruebas PCR; cada uno recoge su propia muestra, la introduce en un tubo con su nombre y, al día siguiente, conoce el resultado.

Además, en enero, ante la escalada de ómicron, se cerró la universidad. En España todo esto sería más polémico; pero aquí nadie se plantea otra opción aunque, por supuesto, sabemos que hay miles de personas antivacunas en el país.

Ante tantas complicaciones, la solución han sido los amigos. Gracias a ellos he ampliado algo mis gustos. Quienes me conocen desde siempre me dicen que soy un poco friki. Yo creo que todos somos algo frikis, aunque es verdad que me gustan los juegos de mesa y en línea, las películas anime y manga y otros hobbies similares.

Pero me he sorprendido a mí mismo haciendo dos actividades que no conocía. A través de una lista de correo electrónico que se llama Iberian he contactado con varios españoles que viven en la zona y ahí me tenéis con mi amigo Gerard jugando al ultimate frisbee, una especie de fútbol que no usa balón sino uno de esos discos de plástico que se pasan en las playas.

Y también me he aficionado a observar pájaros después de mi visita al Arboretum, un museo de árboles que este año celebra su 150 aniversario y que cuenta con una cantidad y variedad de aves impresionante.

Además, los Reyes (o, en su nombre, Santa Claus) me trajeron una cámara de fotos, así que me puse en marcha. Ahora soy capaz de distinguir las distintas especies propias de New England por sus colores característicos: cardenales rojos, charas azules o zorzales americanos naranjas, por ejemplo.

Continuará.

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