David Lepe
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Una escena de cine que me encanta es cuando, en Memento (2000), Leonard Shelby (Guy Pearce) corre al lado de un tipo que carga una pistola. “¿Lo estaré siguiendo o yo estaré huyendo de él?”, se pregunta Leonard.
El otro sujeto comienza a dispararle, por lo que el protagonista se responde a sí mismo: “¡Okay, el que huye soy yo!” Leonard sufre de amnesia anterógrada, por lo que no recuerda muchas cosas y debe ir adivinando lo que sucede en su vida, incluidos los ataques y las defensas.
Esto tuve en mente durante el primer episodio de Moon Knight (2022), miniserie del Universo Cinematográfico de Marvel (MCU, en inglés), que protagoniza Oscar Isaac y que para mí se convirtió en una maravilla incompleta. ¿Por qué? Veamos.
Los críticos se han encantado con esta actuación.
(Alerta spoiler) En el primer episodio, cuando Steven (Isaac) despierta en un país desconocido y con la mandíbula dislocada, es admirable que, aunque no se ve cómo minutos después combate y destruye a un grupo de matones y solo nos muestran a los cuerpos aniquilados, sentimos que fue una gran escena de acción.
A veces, las mejores coreografías de peleas y batallas son las que no se presentan como tal y solo se dan a entender, y motivan a nuestras mentes a rellenar los espacios vacíos. “¡Los hizo pedazos!”, pensé emocionado, aunque no vi un solo golpe.
Durante los siguientes episodios vemos a Isaac lucirse como actor físico e interpretar a dos personajes (Steven y Mark Spector) que, según la historia, ocupan el mismo cuerpo. Esto, gracias al trastorno de identidad disociativo que sufre.
Los críticos se han encantado con esta actuación. Algunos hasta lo han imaginado como un gran artista del cine mudo, en esa época en que Chaplin, con miradas y posturas, debía representar y provocar emociones.
El cuarto episodio es tremendo: una mezcla de las sagas de aventuras tipo Indiana Jones y Tomb Raider, con los finales de los mejores thrillers psicológicos de M. Night Shyamalan.
Pero el quinto episodio, tan revelador como devastador, me recordó a Joel Barish (Jim Carey) en Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004), recorriendo los pasillos de su memoria. No solo es espectacular en la manera en que lo relatan, también resulta asolador para el público que no quería que Steven se fuera. Nos deja en ruinas y no precisamente las de Egipto. ¿Llorar por una serie de Marvel? Siempre llega una primera vez.
Ojo, que todas estas referencias que he mencionado son, para mí, más homenajes que copias. Y con un episodio final genérico, con toda la fórmula de Marvel (pelea épica, atajos sin sentido al estilo “por el poder del guion”, regresos desde la mismísima muerte y mínimo una escena poscréditos) nos despedimos de esta serie. Ya deberíamos saber que no es recomendable calificar a una serie del MCU por su episodio final.
¡Ah, sí! ¿Y Moon Knight? Pues ahí estuvo el Caballero Luna. Tan monstruo como superhéroe. Las pocas veces que lo vimos lució imponente con sus trajes.
Como dice mi amigo Alex: cuatro buenos episodios (de seis en total) no hacen maravillosa a una serie. ¿Habrá una segunda temporada? Podemos esperar sentados, mientras nos preguntamos: ¿Un hipopótamo puede tener acento británico al hablar?