Ricardo Fernández Gracia
Director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Conocemos, también, el valiosísimo testimonio que nos proporciona el texto de la visita a la colegiata de 1590, que recoge el estricto y cuidado ceremonial para abrir y cerrar aquel lugar, en donde estaba depositada la imagen, así como la restricción de sus salidas procesionales, tras abrir el armario y descorrer el “velo y la cortina”.
En la catedral de Pamplona, poseemos testimonios de la presencia de la cortinilla desde el siglo XVII. Concretamente, sabemos que en la entrada del obispo don Pedro de Roche, se dio orden a los sacristanes para “descubrir la imagen de Nuestra Señora y poner almohada en la capilla y encender y poner unas velas y hachas”, lo que viene a insistir en el carácter extraordinario de la presentación de la imagen ante los ojos de los fieles.
El coste de la pieza ascendió a 8957 reales, correspondientes a 1407 onzas y tres ochavas de plata, 3110 reales pagados al platero y 2137 reales abonados al escultor, dorador y cerrajero.
En fecha ya tardía, se le hizo el armario con puertas de plata, que se inauguró el 5 de agosto de 1737. El coste de la pieza ascendió a 8957 reales, correspondientes a 1407 onzas y tres ochavas de plata, 3110 reales pagados al platero y 2137 reales abonados al escultor, dorador y cerrajero. El platero quizás fuese Juan José la Cruz quien por aquellas mismas fechas, había labrado unas coronas de oro, diamantes y esmeraldas para la imagen de la Virgen y para el Niño.
Los cristales que decoraban los recuadros de la hornacina se trajeron de Holanda y Bayona. En los relieves del armario, cuando estaba abierto, se podía ver a San Fermín, San Saturnino, San Francisco Javier y la propia imagen de la Virgen del Sagrario.
Para esta última y para San Fermín se utilizaron como modelos las conocidas estampas devocionales de Francisco Picart (1714) y Carlo Grandi (1731), respectivamente. Desgraciadamente, durante las obras de restauración de la posguerra, desapareció la pieza que conocemos gracias a diversas fotografías.
Asimismo, se ha conservado el armario con sus puertas correderas, que contiene la urna de plata de Santa Felicia en su basílica de Labiano, así como las grandes urnas con sus puertas doradas, en el caso de los cuerpos de santos, que trajo desde Roma para la catedral de Pamplona y su pueblo natal de Garde, el arcediano Pascual Beltrán de Gayarre, en 1731.
Otro armario, con su cortinilla interior, en este caso rococó, se conserva en el camarín de la basílica de San Gregorio Ostiense de Sorlada, destinado a guardar la gran arqueta de plata con las reliquias del santo y su santa cabeza.
Continuará…