Rodrigo Fernández Ordóñez
Director Presidente
Comisión Nacional de Energía Eléctrica
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Estimado lector que nos acompaña semana a semana en esta columna, le invito a que juntos hagamos un análisis de la siguiente información: en los últimos días, se ha presentado una línea informativa en la prensa escrita a través de la cual se han estado publicando notas a propósito del modelo de desarrollo que el Gobierno de la República de Guatemala ha estado impulsando para atraer nuevas inversiones en un sueño largamente acariciado por nuestra economía nacional: la industrialización.
Es así como de esta cuenta, el ministerio del Gabinete de Gobierno a cargo del impulso económico del país, el Ministerio de Economía (Mineco), ha avanzado en la creación de las denominadas Zonas de Desarrollo Económico Especial Público (ZDEEP), que a la fecha, tras 3 años de vigencia de la ley que otorga el marco jurídico necesario para su creación, ya cuenta con 10 potenciales zonas, de las cuales 4 ya están aprobadas en su totalidad, 6 están aún en trámite y 2 se encuentran en proceso de solicitar su aprobación.
Pretende impulsar el surgimiento de zonas con ciertas y especiales características fiscales.
Este interesante modelo de desarrollo industrial, pensado para nuestro país, pretende impulsar el surgimiento de zonas con ciertas y especiales características fiscales que permitan el asiento de nuevas industrias y se reparten, a juzgar por toda la información que ha sido provista por el Mineco, en toda la extensión del territorio nacional, tratando de aligerar la pesada concentración de industria/comercio en la zona central del país y otro puñado de ciudades satelitales que han generado una macrocefalia que se hace muy difícil de administrar desde cualquier perspectiva económica.
No podemos dejar por un lado que es cierto el hecho que varias de estas zonas se establecerán en departamentos específicos de nuestra Guatemala como Escuintla e Izabal, circunstancia que tiene una razón de ser específicamente obedece a razones más bien históricas y estratégicas para el propósito de estas zonas del territorio guatemalteco.
El desarrollo nacional ha pivotado desde el siglo XIX alrededor del litoral Pacífico y a finales de ese siglo e inicios del XX se ha equilibrado también alrededor de nuestro limitado litoral Atlántico.
Un dato importante para denotar lo anteriormente indicado es que basta recordar que el muelle de hierro del Puerto San José se inauguró allá por 1865 y que Puerto Barrios se inauguró como punta de la línea del ferrocarril hasta ciudad de Guatemala en la década de 1890.
Vea usted, amable lector, que esta ley plantea una interesante solución. Las demás zonas realmente pareciera que lo que buscan es complementar el esfuerzo de descentralización, estableciéndose en departamentos clave para aprovechar la magnífica posición geográfica de alto valor estratégico que tiene Guatemala desde cualquier punto geográfico que se tenga como referencia.
Es innegable que todos estos esfuerzos por crear nuevas condiciones de atracción de nuevas inversiones descansan muchos de sus pilares también sobre la capacidad que tenga el país para poder proveer los servicios básicos con el objetivo principal que estas zonas funcionen de manera óptima y eficiente.
Es precisamente en este punto donde puede entenderse su importancia económica para los municipios elegidos dentro del vasto espacio geográfico guatemalteco para acoger su sede, pues se presume que la sola presencia de estas zonas va a desencadenar para beneficio de sus habitantes así como de toda la economía nacional, toda una reacción económica a su alrededor para proveerla de servicios de todo tipo que mejoren el desempeño de vida de todos los que se beneficien de estos proyectos, desde agencias bancarias, hoteles, restaurantes, servicios de internet y telefonía, amén de ser grandes zonas de atracción de empleo para el municipio sede y vecinos.
