David Lepe
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El comediante y entrevistador Joe Rogan tiene un chiste que dice: “Si alienígenas vinieran a la Tierra y yo debiera enseñarles la cultura humana, ¿qué sería lo más complicado de explicarles? Pues, Kim Kardashian”.
Y añade: “No hay nada malo en ella. Parece una persona agradable. Pero explicar por qué es la persona más famosa del planeta resulta difícil”.
Estoy del lado de Rogan. Aclaro, no critico a doña Kim, porque no tengo ninguna mala vibra hacia ella. Pero confieso que ha sido una especie de pequeña espina en mis momentos de análisis filosófico de la cultura pop.
El fenómeno mediático estalló con la afamada portada de la revista Paper.
Porque si nos preguntamos: ¿Por qué Kim es famosa? Es fácil: Porque tiene un programa de televisión que millones de personas en el mundo han visto. Ahora, si nos cuestionamos: ¿Por qué las personas sintonizan ese reality? La respuesta es sencilla: Porque Kim es famosa. Y así nos sumergimos en un espiral al estilo Abbott y Costello.
Recuerdo que la primera vez que escuché su nombre fue en la noticia: “Filtran video sexual de Kim Kardashian, amiga de Paris Hilton”. A mi mente llegó cabalgando el pensamiento: ¿Quién? Busqué en Internet si Kim era actriz, cantante, modelo o algo similar. Su crédito artístico era: socialité.
Meses después, daba la sensación de que el sitio web de E! tenía la obligación de convertir a Kim en una figura del espectáculo. Publicaba artículos como: “Kim pasea en la playa con tanga verde” o “Se toma una selfie en el baño de su casa con escote de locura”. Confieso, durante mi época de redactor/editor de Espectáculos, publiqué más de una decena de notas como esta, con galería de imágenes y titulares más provocativos.
Hasta que llegó Keeping Up with the Kardashians, reality show del cual mi pronóstico fue que no llegaría ni a la mitad de su primera temporada. Resulta que el programa se transmitió durante 20 temporadas y se convirtió en el reality show más longevo de la historia. Por lo que concluyo: Qué sé yo de realities.
Después, su madre y hermanas comenzaron a realizarse cirugías para parecerse a Kim. Con el tiempo una gran cantidad de modelos e influencers se unieron a este tipo de operaciones cosméticas. ¿Será eso su talento?
El fenómeno mediático estalló con la afamada portada de la revista Paper, con el texto “Break the Internet” y un semidesnudo de Kim plagado de photoshop. Y, en un par de años, sus créditos profesionales pasaron de un sencillo socialité a empresaria, diseñadora, productora de TV, autora,
modelo y actriz de reality. Bien por ella.
El presente es The Kardashians, el nuevo reality de ella y su familia cuyo estreno se convirtió en el más visto en la historia de la plataforma
Hulu. ¿Será eso su gran talento?
Pensándolo bien, Kim puede ser un producto diseñado para una generación de jóvenes a quienes las familias, la sociedad y los medios de comunicación los han querido motivar a aspirar éxito y fama, sin tener un talento específico desarrollado y con poco esfuerzo. Despido esta columna con palabras de la mismísima reina socialité: “Lloraré al final del día, pero sin maquillaje fresco”.