Guillermo Monsanto
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Georgina Duarte de Tercero, Margarita y Guisela Tercero Duarte, junto a otros docentes de la Academia de Pintura Tercero Duarte, están relacionadas por su apostolado en el campo de la enseñanza a una porción de guatemaltecos afines al universo cultural del arte. Su positiva influencia determinó la carrera de infinidad de artistas visuales y despertó, en muchos neófitos, el interés por el coleccionismo, rescate, y difusión del patrimonio artístico de Guatemala.
No puedo negar que siento que se me quitó algo. Ver partir a mi primera maestra de pintura, una buena amiga y mentora a lo largo de los años transcurridos desde 1977, me duele y me provoca mucha tristeza. Era grande, inquieta, curiosa y amaba lo que hacía. El horizonte de doña Guisela era tan ancho que alcanzó a compartirlo con muchísimos pupilos a los que les cambió el futuro. Yo, uno de ellos.
Con ella se fue la guía que me enseñó a ver que las sombras eran color y que cada acrílico terminado había que festejarlo porque era el producto de nuestra capacidad expresiva. Que los paisajes se realizaban de atrás para adelante; que las empalizadas de las cercas eran perpendiculares y no inclinadas, aunque estas estuvieran en una ladera; que en las acuarelas se trabajaba primero los colores más tenues y que el blanco nos lo brindaba el papel y no las aguadas; que la paleta era para hacer las mezclas y el lienzo para pintar; que un cuadro estaba terminado cuando lo firmábamos; también me enseñó a decorar cerámica, hacer manualidades y, de alguna manera, me insufló ese sentimiento tan particular que siento al enseñar. O sea, el amor por la docencia.
Inquieta, curiosa, creativa, la dimensión docente de Guisela Tercero de Samayoa.
Doña Guisela era una artista atemporal. A ella acudían tanto niños como jóvenes y adultos. Con cada uno compartió su método y, para cada grupo, encontró siempre la vía de una comunicación más efectiva. Su trabajo fue el de guiarnos en la observación, a interpretar los colores y a aplicarlos. A formar un ojo crítico.
Me sorprende que a pesar de la dimensión e influencia que tuvo en el arte no se encuentre demasiada información sobre su labor en la web. Incluso preparó artistas que triunfaron en la Bienal de Arte Paiz, Juannio y otras convocatorias que llevaron a sus pupilos fuera de Guatemala conocer al mismísimo Carlos Mérida. Habrá que hacer el ejercicio de perseguir a sus discípulos y a partir de sus biografías, construir el impacto que como maestra tuvo en al menos cuatro generaciones.
Le rindo este homenaje muy agradecido por el amor que siempre me expresó. Por su paciencia mientras yo, con catorce años, intenté realizar aquel fallido retrato de Donna Summer. Por sembrar la semilla que años después florecería en el periodismo cultural, el centro de documentación y mi carrera visual. Descanse en paz.