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Kenny Dalglish, con una sonrisa de oreja a oreja; Alex Ferguson, con cara de pocos amigos. Ese es el reflejo del que antaño era el clásico de Inglaterra, y ahora ha quedado reducido a la duda de cuántos goles será capaz de hacerle el Liverpool al Manchester United, de cuán grande será la humillación entre un equipo como el de los reds y un conjunto de jugadores como el de los diablos rojos (4-0).
Salió Ralf Rangnick al campo con 5 defensas, una ultranza al United histórico y una declaración de intenciones. Valía el 0-0. Pero ese plan aguantó 4 minutos y medio. Lo que tardó Mané en descoser a los defensas con un pase en profundidad para que Salah conectara con Díaz, quien embocó a placer delante de De Gea.
Una triangulación entre Díaz, Matip y Mané, en la que el senegalés dio un pase de espaldas de primera para meter la pelota como un cuchillo entre los centrales. Dejó solo a Salah, que no podía fallar y que anotó su primer tanto en más de un mes. Exquisitez y fantasía. Golazo (2-0).
El 2-0 al descanso era una buena excusa para soñar con una goleada, pero el Liverpool venía de una semana brutal, con dos partidos contra el City y la vuelta de Champions, y bajó varias marchas.
Pero no lo suficiente para competir. La inercia duró 15 minutos, hasta que el Liverpool quiso que durara.
Andy Robertson, con un robo en campo propio, inició una contra que llegó hasta las botas de Díaz. El colombiano colgó la pelota y Mané, con la zurda, la cruzó junto al palo. Y llegó el cuarto, pelota de Jota para Salah, picada con ayuda de Wan-Bissaka y otro para la red.
El triunfo permite al Liverpool dormir líder, con dos puntos de ventaja respecto al Manchester City que recibirá hoy al Brighton & Hove Albion, equipo que viene de ganarle al Arsenal y al Tottenham Hotspur.