Guillermo Monsanto
Revisando notas, y algunas misiones pendientes, me encontré con algunas ideas que había apuntado sobre la colección Vivencias, de Raquel Alvizures (1973). Recordé la buena impresión que me provocaron sus cuadros y el entusiasmo con el que Erwin Guillermo me los enseñó. Así es que me decidí a rescatar aquellas memorias y compartirlas con la idea de dejar el registro de su trabajo.
Originaria de Mataquescuintla (Jalapa), esta artista da sus primeros pasos en el universo de las artes (1993) con el profesor Luis Valenzuela, oriundo de su comunidad natal. Más adelante, en 1996, ingresa en la galería Ríos, bajo la tutela de Roberto Ríos. Después, en 2001, se inscribe en la Escuela de Arte Geovanni Yanes. Finalmente, terminando el ciclo de su formación (2011), toma talleres de pintura y grabado con Marvin Olivares, Víctor Hugo Valenzuela y Juan Manuel Sáenz.
La obra de Raquel Alvizures es un grato confluir de diálogos, coincidencias y genialidades.
La obra de Raquel Alvizures es un grato confluir de diálogos, coincidencias y genialidades, aglutinados con encanto en el contenido de sus representaciones. Los diálogos y coincidencias principales se dan con las creaciones de los años treinta de Carlos Mérida, la inocencia de Francisco Tún y lo surrealista presente en el final de la carrera de Arturo Martínez. Todos, autores que entendieron y aplicaron la síntesis de diferente forma del mismo modo, que a su manera, lo hace la reseñada.
Las genialidades son evidentes, principalmente en su composición, que es muy personal. En los trabajos que le conozco el color le pertenece y lo propone sin miedo. Desde estas dos características se trasforma en una artista individual, con encuentros afortunados en un montón de sentidos. Adquiere voz y dimensión propia. Su propuesta es agraciada, sencilla, agradable, comunica, invita a la ensoñación, es onírica totalmente y posee esa esencia femenina que le otorga un sólido soporte como expresión conceptual.
En algunos casos, habrá quien no quiera ver esa esencialidad y se quede dando vueltas sobre lo que luce como sus influencias. Lo mismo les pasó en un principio a artistas como AnaMaría de Maldonado y, en su momento, a Regina de Batres, que en los años noventa trabajaron bajo la dirección y referencia inmediata de su maestro Dagoberto Vásquez. A los criticones de aquella época les costó entender lo que ambas artistas estaban aportando al género creativo.
Raquel Alvizures consolida con buen pie su entrada al panorama del arte guatemalteco: una exposición en la Galería Sol del Río poco antes de la pandemia. Su paleta es fuerte, posee valores interesantes, inteligentes y, en medio de su delicadeza, es fuerte, sonora y hasta vibrante. Alvizures es una artista que tiene mucho para seguir adelante y conquistar su espacio dentro de la plástica contemporánea. Su imaginario reboza solidez.