Luis Herrera Mesa
Catedrático emérito
En los países del sur de Europa, España es uno de los países que sufren con mayor crudeza el estrés hídrico (World Resources Institute) debido a que consume más agua por habitante y día en cuanto a uso doméstico, y además, esta demanda ha venido aumentando debido al desarrollo económico, la expansión urbana, el turismo y la agricultura. Aproximadamente la mitad de la población española, unos 22 millones, padece estrés hídrico.
Por otra parte se da la paradoja de que España es de los primeros países europeos con el mayor número de pérdidas en su red de distribución. Los Países Bajos, sin padecer escasez hídrica, presentan un volumen de fugas de agua del 5 por ciento, que se considera el mínimo técnico admisible, Alemania cuenta con unas pérdidas del 7 por ciento, y Austria, del 9 por ciento.
España es de los primeros países europeos con el mayor número de pérdidas en su red de distribución.
En España, las pérdidas reales de agua en las redes públicas de abastecimiento urbano por fugas, roturas y averías se estimaron en 678 hectómetros cúbicos, lo que supuso el 15.7 por ciento del total de agua suministrada a dichas redes (Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente). A la cabeza de las comunidades autónomas según volumen de pérdida de agua se encuentra Cantabria y Extremadura, con fugas de 39.2 por ciento y 37.8 por ciento (respectivamente) del agua distribuida (INE).
Las diferentes administraciones en el ámbito de sus competencias tienen un reto importante en la gestión del agua como un recurso básico sostenible tanto en las políticas agrícolas como en el cuidado y vigilancia operativa de las redes de distribución en el medio rural y urbano.