Ramiro Pellitero
Profesor de la Facultad de Teología
A continuación se pregunta el Papa por qué Jesús, “misericordia del Padre”, atendía especialmente a los enfermos hasta el punto de formar parte este cuidado, junto con el anuncio de la fe, de la misión de los apóstoles. Esta vez responde citando a E. Lévinas: “El dolor aísla completamente y de este aislamiento absoluto surge la llamada al otro, la invocación al otro”. Y evoca el Papa a tantos enfermos que han sufrido en la soledad de la pandemia.
Todo esto cobra una especial relevancia para los agentes sanitarios (médicos, enfermeros, técnicos de laboratorio, auxiliares de los pacientes y tantos voluntarios), “cuyo servicio al lado de los enfermos, realizado con amor y competencia, trasciende los límites de la profesión para convertirse en una misión”
Añade, como hablándoles a todos y a cada uno: “Vuestras manos, que tocan la carne que sufre de Cristo, pueden ser signo de las manos misericordiosas del Padre”, y les invita a ser conscientes de la gran dignidad de esta profesión y de la responsabilidad que conlleva.
Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar.
Ellos tocan la carne de Cristo que sufre. Apreciando los grandes progresos de la ciencia médica, tanto en los tratamientos como en la investigación y la rehabilitación, el Papa recuerda un principio fundamental.
No podemos olvidar que “el enfermo es siempre más importante que su enfermedad, y por eso cada enfoque terapéutico no puede dejar de escuchar al paciente, su historia, sus angustias y sus miedos. Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir una cercanía que muestra interés por la persona antes que por su patología”. Y por ello es de esperar que la formación profesional capacite a los agentes sanitarios para saber escuchar y relacionarse con el enfermo. Francisco subraya la importancia de los centros y las instituciones sanitarias católicas: “En una época en la que la cultura del descarte está muy difundida y a la vida no siempre se le reconoce la dignidad de ser acogida y vivida, esas estructuras, como casas de la misericordia, pueden ser un ejemplo en la protección y el cuidado de toda existencia, aún de la más frágil, desde su concepción hasta su término natural”.
Por tantas razones, el Papa concluye con una referencia a la pastoral de la salud, si bien visitar a los enfermos es una invitación que Cristo hace a todos sus discípulos: “Estuve enfermo y me visitasteis”.