sábado , 23 noviembre 2024
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Paz y Misericordia; palabras a escribir con mayúscula (III)

Ramiro Pellitero 

Profesor de la Facultad de Teología

“La Palabra pone en crisis esas justificaciones nuestras que siempre hacen depender aquello que no funciona del otro o de los otros”. Y no habla el Papa de teorías: “Cuánto dolor sentimos al ver morir en el mar a nuestros hermanos y hermanas, porque no los dejan desembarcar”. Continúa metiendo la espada en el alma: “La Palabra de Dios nos invita a salir al descubierto, a no escondernos detrás de la complejidad de los problemas, detrás del ‘no hay nada que hacer’ o del ‘¿qué puedo hacer yo?’ o del ‘es un problema de ellos o de él’. Nos exhorta a actuar, a unir el culto a Dios y el cuidado del hombre”.

Además de la rigidez, que para Francisco es típica del pelagianismo moderno, también a la Palabra de Dios se opone toda “espiritualidad angélica” o desencarnada, propia de los movimientos neo-gnósticos. Con una expresión bien gráfica la describe el Papa: “Una espiritualidad que nos pone ‘en órbita’, sin cuidar de nuestros hermanos y hermanas”.

Bien distintos son los frutos de la Palabra de Dios: “La Palabra que se ha hecho carne quiere encarnarse en nosotros. No nos aleja de la vida, sino que nos introduce en la vida, en las situaciones de todos los días, en la escucha de los sufrimientos de los hermanos, del grito de los pobres, de la violencia y las injusticias que hieren la sociedad y el planeta, para no ser cristianos indiferentes sino laboriosos, cristianos creativos, cristianos proféticos”.

La Palabra de Dios no es letra muerta, sino espíritu y vida. Con palabras de Madeleine Delbrêl (mística francesa que trabajó en los ambientes obreros de París, fallecida en 1964, y actualmente en proceso de beatificación), dice Francisco que “las condiciones de la escucha que reclama de nosotros la Palabra del Señor son las de nuestro ‘hoy’: las circunstancias de nuestra vida cotidiana y las necesidades de nuestro prójimo”.

Todo ello nos compromete, señala el Papa, primero a poner la Palabra de Dios en el centro de la pastoral, a escucharla y desde ahí a escuchar y atender las necesidades de los demás.

Acompañar a los enfermos con misericordia. Finalmente, en su mensaje para la XXX Jornada Mundial del Enfermo (11 de febrero de 2022), el sucesor de Pedro se hace eco de las palabras del Evangelio: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso”. Y nos invita concretamente a “estar al lado de los que sufren en un
camino de caridad”.

Nos pide Francisco que seamos “misericordiosos como el Padre”, cuya misericordia “tiene en sí misma tanto la dimensión de la paternidad como la de la maternidad, porque Él nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre, siempre dispuesto a darnos nueva vida en el Espíritu Santo”.

Continuará…

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