Dr. Jorge Antonio Ortega G.
Nos encontramos a un paso de la guerra total. Excusas abundan para iniciar una confrontación militar, que podremos ver a través de los dispositivos electrónicos que nos permiten visualizar en tiempo real lo enconado de las partes, la brutalidad de la guerra, donde el ser humano puede demostrar lo mejor y lo peor del alma de los individuos que luchan por motivos diversos, algunos ilusorios y falsos, otros que apelan al pasado que ya no tiene razón de ser.
Todos perdemos con la guerra, lo principal es vida y tiempo. Sí, tiempo para buscar salidas civilizadas a nuestras diferencias, lo cual se demuestra con la incapacidad de la política y la diplomacia para parar el acto de destruirnos, cada día con mayor facilidad.
Armas de destrucción masiva que ya eran recuerdos de una Guerra Fría que nos aseguraba el fin de la humanidad.
Tenemos más de 2 mil años de ejemplos de los resultados de las guerras. Es posible que no entendamos que las consecuencias son enormes para los seres humanos y desastrosas para los proyectos de las naciones.
Hoy estamos de nuevo a las puertas de una conflagración que se expandirá a una velocidad increíble, una excusa para saciar la ambición de unos contra otros.
Hay tambores de guerra, hay llamados a defender la integridad, la soberanía y el honor de la nación, luego le seguirán otras, y otras. Es muy fácil observar el efecto como el de la dinamita, que explota por simpatía, que solo necesita de un detonador.
Como en la antigüedad, el acto de imponer la voluntad de un Estado a otro por medio de las armas no es más que una demostración de la incapacidad de sus líderes políticos por solucionar los problemas nacionales. No hay que olvidar por ninguna razón que la guerra la declaran los políticos.
¿Qué nos espera? Un escenario con un panorama difuso, con problemas profundos de subsistencia y de inflación, con una ruta sinuosa para llegar a una paz necesaria para la tranquilidad de este planeta.
Necesitamos una nueva arquitectura de las relaciones interestatales que permitan tener de base la paz, la cooperación e integración para hacer entender al Estado agresor que tiene en su contra al mundo, no hay espacio para la neutralidad, debemos unirnos y hacer llegar nuestro mensaje a favor de la paz.
Es imperativo detener esta confrontación, apostarle a la negociación es la mejor respuesta de los que habitamos la Tierra, es momento de unir nuestros esfuerzos por evitar un desastre anunciado.
Ya suficientes problemas tenemos con la pandemia como para comprometernos en una nueva guerra total y sin precedentes, debido a los avances de la tecnología y su capacidad de destrucción.
¿Qué alternativas tenemos como humanidad, frente a esta confrontación militar? Un alto el fuego se hace necesario y es de carácter urgente. Luego vendrán las reuniones de las partes para determinar un proceso de separación de fuerzas y así iniciar las conversaciones para la firma de acuerdos que permitan alcanzar la paz firme y verdadera, sin rebajas, ni
recelos.
La humanidad puede ver su pasado en función de las guerras, por una u otra razón se convierten en parteaguas, antes y después de la guerra.
Al observar los estragos y los costos, son millones de millones de dinero que se invierten en una conflagración, pero el mayor costo esta en las vidas ofrendadas de uno u otro lado, son millones de seres humanos (civiles y militares) que no sobrevivieron a la guerra.
Las cicatrices de la guerra son indelebles y nos recuerdan todos los días el costo de la paz.