sábado , 23 noviembre 2024
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¿Por qué me gustó tanto After Life?

David Lepe

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Hace poco se estrenó la tercera y última temporada de After Life, que si bien su historia principal es el luto de un hombre por la pérdida de su esposa, existen muchos pasajes más a disfrutar en esta serie.

El actor y director británico Ricky Gervais (sí, el que durante años estuvo escupiendo en la cara de Hollywood con sus monólogos en los Golden Globes) ya me había conquistado con The Office y Extras. Pero me atrevo a asegurar que con After Life alcanzó otro nivel narrativo. Termina siendo un drama cautivador mezclado con humor “a lo Gervais”.

Me encantó la serie y no sé si fue por el intenso deseo de ver a Tony, el personaje principal, salir de la profunda depresión al tener su vida de cabeza después del fallecimiento de su pareja.

Y aunque el final me pareció hermoso, parte de mí no quería que terminara esta historia.

Tampoco estoy seguro de si me gustó tanto por su comedia haraposa, a veces hasta obscena; la música suave con la que terminan los episodios (en uno suena Let Down, de Radiohead) o el antojo por una copa de vino que me incitaba al final de cada episodio.

También pudo haberme complacido porque una gran parte de la historia se desarrolla en una sala de redacción de un diario. Les prometo, casi todo lo que sucede en ese lugar de la serie ficticia, lo he visto (y experimentado) en la vida real.

Las entrevistas que Tony lleva a cabo a personajes supuestamente “interesantes” del pueblo, desempolvó momentos similares en mi memoria como editor/redactor. También se retrata correctamente el ambiente de trabajo en estos lugares y, sobre todo, la ambivalencia de esta profesión. “¿Eres periodista?”, pregunta un mensajero en la recepción del periódico. “Sí, por mis pecados”, responde la reportera.

Puedes ver After Life en Netflix.

Las caminatas con su perro y las visitas al cementerio también las recordaré como si yo mismo las hubiera realizado.

Algunos personajes secundarios son cautivadores: una ingenua joven pasante, una mujer que no tiene ni idea de cómo ser feliz, un aspirante a actor sin futuro, una enfermera con paciencia nivel Madre Teresa de Calcuta, una mamá que enseña “vivir no es pasar el tiempo esperando morir” y, por último, un hombre cuya misión de siempre hacer lo correcto le provoca que termine siendo un tieso en los deportes, con su esposa, con amigos y bueno, en la vida misma.

Y aunque el final me pareció hermoso, parte de mí no quería que terminara esta historia. Pero como la misma serie comparte: “Todo tiene un final y debemos saber despedirnos”. Este consejo se aplica al terminar una serie, un libro, una relación, un sueño o un último respiro. Así que, a levantar la mirada, corregir la postura de espalda, sonreír y, Lenny, ¡toma la foto!

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