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Un año antes de morir, Vincent van Gogh (1853-1890) dijo en una carta a su hermano Theo que si la gente encontraba difícil conocerse a sí mismo, tampoco era fácil pintarse uno mismo sobre el lienzo. Aun así, consiguió hacerlo en al menos 35 autorretratos, 16 de los cuales se pueden ver ahora en Londres.
Entre las obras que se exponen en la Galería The Courtauld, destacan dos cuadros que se exhiben juntos por primera vez en más de 130 años.
No se habían vuelto a encontrar desde que salieron de la habitación del asilo de Saint-Paul-de-Mausole, un antiguo monasterio en el sur de Francia, donde Van Gogh los pintó en menos de una semana de diferencia, entre finales de agosto y principios de septiembre de 1889.
Antes de ingresar allí por voluntad propia para pasar un año, pidió a su hermano que escribiera al asilo, ante el temor de que los médicos de allí no le dejaran pintar.
Exposición
La muestra Van Gogh. Self-Portraits (Autorretratos) pretende recorrer a través del rostro del pintor los últimos años de su vida, así como su cambiante estado psicológico, desde su llegada a París en 1886, bajo la elegancia bohemia de un sombrero oscuro de fieltro, hasta el célebre y perturbador autorretrato de 1889 con la oreja derecha vendada (resultado de pintarse delante un espejo, dado que la oreja mutilada era realmente la izquierda).
De su corta década como artista, se atrevió con los autorretratos solo en los últimos cuatro años, entre 1886 y 1890 (muy fructíferos a pesar de sus tormentos), antes de quitarse la vida con un tiro en el pecho, a los 37 años, en la pequeña localidad de Auvers-sur-Oise, a una treintena de kilómetros de París.