Guillermo Monsanto
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Este escultor y pintor, nacido en la ciudad de Quetzaltenango, se encuentra en la base de la modernidad guatemalteca surgida a inicios del siglo XX. Al ser hijo del escultor Baldomero Yela Montenegro (1859-1909), relacionado este último con la casa contratista de Antonio Doninelli, obtuvo una temprana sensibilidad con el objeto tridimensional y las integraciones arquitectónicas.
En el interín continuaría su formación con el artista venezolano Santiago González (¿1846? – 1909), discípulo de Augusto Rodin y Alejandro Falguiere, quien atrajo a lo más destacado de la generación de 1910. A la muerte de su padre y de González, ambos en 1909, se quedó regentando el taller de fundición de Doninelli, que más adelante pasaría a ser suyo.
A principios de la década del veinte emigra a México por un tiempo, colaborando de diferentes maneras con Manuel Gamio entre 1921 y 1925. En Teotihuacán dejó obra mural en el museo, el auditorio, la escultura “Tríptico de la raza” (hoy desaparecido) y otros trabajos, no identificados, para la secretaría de Antropología. De 1925 hay otra creación titulada “Una familia camino al mercado”.
Gran parte de esta labor es totalmente desconocida en Guatemala y no se incluye en los libros de texto contemporáneos. A la obligada salida de Gamio de México, trabajaron juntos realizando los pozos estratigráficos que sirvieron para excavar el sitio arqueológico de Kaminal Juyú. También se sabe que colaboraron en algunos proyectos en EE. UU.
Entre sus obras tempranas, 1905-1906, reluce el monumento al presidente José Barrundia localizado en el Cementerio General y el Monumento a Isabel la Católica. Este último, según diferentes fuentes, suele atribuírsele o a Justo de Gandarias o a Antonio Doninelli (quien probablemente fue el diseñador del conjunto escultórico pero no su ejecutor).
Entre sus obras tempranas, reluce el monumento al presidente José Barrundia.
Por el contrario la prensa de la época y varios estudiosos del arte le otorgan la paternidad a Yela Günther. Destacan el Monumento a Benito Juárez en Quetzaltenango (1921); el relieve del “Monumento a los próceres de la Independencia (1934-1935); el mausoleo en cemento de Jacinto Rodríguez Díaz (1932), que manifiesta claramente su dominio del art decó y el magistral manejo de la figura humana; el monumento a Justo Rufino Barrios (1941) en el parque central de Quetzaltenango; y el póstumo “Monumento al trabajo” creado en 1931, pero ejecutado por Rodolfo Galeotti.
Entre 1935 y 1942 fue el director de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (Academia de Bellas Artes por aquellas fechas) e impartió el curso de “Escultura decorativa”. La revista de la escuela le reconoce como uno de sus valiosos aportes el haber realizado los programas de estudios del lapso. Su especialidad fue la talla directa y la fundición, con especial énfasis de la figura humana.
Una de sus piezas más emblemáticas la constituye el “Cristo de la penitenciaría”, fundido posteriormente en su honor por sus discípulos, exhibido actualmente en el Museo Nacional de Arte Moderno.