Aleida Rueda
Agencia Internacional de Noticias Inter Press Service (ips)
Pero la escasez de agua implicó un mayor impacto para las mujeres, pues, por un lado, tuvieron que aumentar la frecuencia con la que acarreaban agua. Y, por otro, muchas prefirieron proveer el agua a sus familias antes que a ellas mismas.
“Las mujeres, para proteger a sus familias, pueden desviar el limitado suministro de agua del hogar para lavarse las manos con más frecuencia, sin tener en cuenta su propia necesidad de higiene personal, lo que las expone a infecciones urinarias y vaginales”, explican en un artículo autores de la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos. Aunque la gestión del agua por parte de niñas y mujeres ya es problemática e inequitativa respecto al papel de los hombres, con la llegada del Covid-19 aparecieron situaciones que llevaron a las mujeres a correr mayor riesgo de contagio debido a su rol en la gestión del agua y sus propias necesidades de
higiene.
De acuerdo con SIWI, hubo mayor riesgo de contagio debido al contacto con más personas en busca de agua. “Las fuentes compartidas, como los pozos, las tuberías y los camiones, también hicieron que las superficies comunes fueran tocadas por muchos”.
Para las investigadoras Alexandra Said, Panchali Saikia y Martines Klimes, “el riesgo de infección para las mujeres y las niñas en la pandemia en curso es, por tanto, mucho mayor para las que tienen que recoger agua de puntos comunitarios abarrotados, recorrer largas distancias en busca del recurso o para atender a sus familiares enfermos”, explican en un estudio sobre agua, género y Covid-19.