Rodrigo Fernández Director Presidente
Comisión Nacional de Energía Eléctrica
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En la entrega anterior se apuntó que la liberación de la mano de obra campesina, cautiva en las fincas a fuerza de endeudamiento y pago de salarios en especie o en ficha de finca, tuvo un aspecto positivo pues liberó al campesino y este pudo buscar trabajo fuera de los territorios a los que había estado atado y en otros casos permitió que el hombre abandonara el trabajo agrícola para dedicarse a otro tipo de oficios lejos del quehacer de la tierra.
Este grupo humano sería luego el que permitió un rápido desarrollo del comercio en Guatemala y un lento pero sostenido esfuerzo en la industrialización del país en las décadas siguientes.
La nueva red de carreteras permitió la movilidad de grupos humanos de forma más sencilla, siendo aprovechada por grupos de tradicional migración estacional, como comunidades del norte del país que bajan a la Costa Sur para la temporada de la zafra.
Así nació el proyecto de la hidroeléctrica Jurún Marinalá.
Esta nueva movilidad que implicó una nueva red de transporte extraurbano facilitó que cierta población se trasladara en busca de nuevas oportunidades, creciendo notablemente ciertas ciudades como Escuin-
tla, Retalhuleu, Quetzaltenango y la ciudad de Guatemala.
Debido al crecimiento urbano, la demanda de energía fue aumentando, siendo atendida en la zona central (Guatemala, Sacatepéquez y Escuintla) por la entonces distribuidora de energía de capital norteamericano, la Electric Bond and Share (Ebasco) y en los demás departamentos por la Empresa Hidroeléctrica Nacional fundada por el presidente Ubico, que expandió las redes de distribución aprovechando el impulso de varias municipalidades que llevaban sobre sus hombros ese esfuerzo.
La nacionalización de la energía eléctrica fue uno de los tres pilares de la campaña presidencial del coronel Jacobo Árbenz; según el esquema propuesto, la construcción de una hidroeléctrica de gran capacidad y cerca de los principales centros de consumo pondría en serios aprietos a la monopólica Ebasco.
Así nació el proyecto de la hidroeléctrica Jurún Marinalá, sobre el río Michatoya, jurisdicción de Palín, Escuintla. Este proyecto no pudo iniciarse debido a la intervención militar de 1954, y la corta presidencia del coronel Carlos Castillo Armas tampoco dio tiempo para desarrollarlo.
Así, desde 1957 hasta la década de los 60, el país buscó varios esquemas para lograr el aprovechamiento de los recursos nacionales para generar energía eléctrica bajo la asesoría del gobierno del general Eisenhower, primero, y del presidente Kennedy, después.
Así se desarrolló un esquema de economía a escala que pretendía la industrialización de Centroamérica mediante la creación del Mercado Común Centroamericano (MCC), idea promovida desde la nueva Agencia Internacional de Desarrollo (AID, por sus siglas en inglés) y supuso un impulso a la especialización de la producción de ciertos bienes de consumo en cada país centroamericano, pero que no supo convivir con las ideas económicas que emanaban de la Cepal desde su oficina en Chile, de acuerdo a la cual los países subdesarrollados de Latinoamérica habrían de alcanzar el tan ansiado progreso mediante el esquema de sustitución de importaciones; es decir, limitar su dependencia de las importaciones mediante la producción local, hasta lograr el autoabastecimiento que supuestamente lo daría una creciente base industrial.
El fracaso de ambas iniciativas, que no lograron dar a Centroamérica el impulso para su industrialización. Así, el verdadero impulso a la base de industrialización que tienen algunos países de Centroamérica provino del desarrollo de sus sistemas eléctricos que tuvieron un gran empuje en la década de los 70.
