Mikaela Christiansson,
Asistente Especial, Oficina de la Coordinación Residente, [email protected]
La igualdad de género es un tema transversal, tanto en el trabajo
de las Naciones Unidas como en el Plan Nacional de Desarrollo K’atun Nuestra Guatemala 2032.
Hay cada vez más evidencia y aceptación de que la igualdad de género es un catalizador para lograr el desarrollo económico, el desarrollo social, la paz, la justicia, la protección del medioambiente, entre otros. En otras palabras, las mujeres y niñas son agentes de cambio, cuya participación plena es un elemento esencial para alcanzar la Agenda 2030.
Las mujeres y niñas tradicionalmente han enfrentado barreras para participar en condiciones de igualdad en muchos sectores de la sociedad.
Las mujeres están altamente subrepresentadas en los campos de ciencias, tecnología, ingeniería, y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Ante esta realidad es prioritario promover la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia, ya que la ciencia participativa e igualitaria es vital para acelerar el progreso hacia la consecución de los ODS.
Es muy importante la participación plena e igualitaria de las mujeres y las niñas en la ciencia.
Como evidencia de su compromiso con el logro del acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó en 2016 el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia (Resolución A/RES/70/212).
Hoy que estamos a pocos días de la séptima celebración de este día internacional, resulta muy pertinente hacer una reflexión sobre el contexto actual en los campos de STEM.
Hoy en día, las mujeres representan el 33 por ciento del número total de investigadores. Sin embargo, solo uno de cada cinco profesionales (22 por ciento) en la inteligencia artificial y uno de cada diez miembros (12 por ciento) de las academias científicas nacionales son mujeres.
Asimismo, las investigadoras tienden a tener carreras más cortas, salarios más bajos, becas de investigación más modestas y menos representación en las revistas de alto nivel. Además, por la discriminación interseccional, las científicas que pertenecen a otros grupos marginados (por ejemplo, en términos de raza o religión) enfrentan aún mayores barreras.
Todavía no sabemos exactamente por qué las mujeres siguen siendo tan subrepresentadas en la ciencia, y sin duda es una combinación de varios factores. No obstante, es claro que los estereotipos tienen un impacto importante en las decisiones y oportunidades académicas y laborales. Estos estereotipos se hacen patentes desde una edad muy temprana; un estudio de 2017 evidenció que, a partir de los 6 años, las niñas son menos probables que los niños en identificar a su género con inteligencia alta.
Sabemos entonces que para lograr un cambio debemos cuestionar nuestros estereotipos y sesgos. Un primer paso para hacer eso es informándonos. Dos recomendaciones para conocer más sobre la contribución de las mujeres a la ciencia es la película Talentos Ocultos (2016), sobre matemáticas afroamericanas que trabajaron en NASA en los años 60, y el documental Mujeres en la ciencia (2020) sobre la discriminación en el sector.
Viendo el documental, aprendí que en Estados Unidos hay paridad en las licenciaturas en ciencias, pero en niveles superiores (maestría, doctorado, posdoctorado y docencia) hay cada vez mayor diferencia de género. Me hizo reflexionar que formo parte de esa tendencia.
Tengo licenciatura en estadística, y aunque fui invitada para estudiar maestría en este campo decidí dedicarme a las ciencias políticas. Me pregunto si los estereotipos y las barreras influenciaron mi decisión, y no lo puedo saber a conciencia; pero viendo los datos creo que mi respuesta tendría que ser: probablemente sí.
