Guillermo Monsanto
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El pasado 24 de enero perdió la segunda batalla contra el cáncer una valiente mujer: Consuelo Secaira de Chinchilla. Esta artista, perteneciente al destacado colectivo femenino Hecho en Guatemala, se marchó dejando un importante legado de color.
En un documento publicado por la Fundación Rozas-Botrán se indica que una de las grandes motivaciones para permanecer en el ejercicio del arte fue el diagnóstico del año 2006. Desde aquel momento, sus actividades se vieron limitadas en ocasiones, pero la pintora siguió luchando e incluso participó, en un momento muy delicado, en un concurso para supervivientes del cáncer a nivel latinoamericano, el cual ganó.
A Consuelo Secaira, escribí en 2013, hay que considerarla una creadora de rango debido a que su agrupación, Hecho en Guatemala, superó fronteras dentro de los anales de la pintura nacional. Cada una, decía aquel texto, es poseedora de herramientas vitales que las hace manejar con propiedad el entendimiento particular de lo contemporáneo.
En aquel momento, su paleta pictórica era una explosión de colores cálidos en que las composiciones, figurativas, armonizan con su propia realidad femenina y la visión madurada del hecho pictórico. A lo intenso del color anteponía una primorosa pincelada.
Muy refinadas y casi con las cualidades de las iluminaciones del medievo, cada “lámina” se presentaba como un producto único lleno de imaginación, positivismo y alegría. Era obra que, lejos de cualquier depresión, surgía de una realidad paralela en la que se puede apreciar el cómo la autora sublimó sus disquisiciones artísticas y personales. Aquel material poseía el carácter suficiente para pesar ya como creación conclusa. No había cabos sueltos a pesar de la ingenuidad de las representaciones.
En un proceso lógico, y probablemente surgido de la reaparición de la enfermedad, se adentró en la abstracción y con ella en el uso de una pigmentación más densa. Da importancia desde ese momento a la textura y puede apreciarse en su labor una implícita energía gestual, libre y un tanto armónica dentro su comprensión intuitiva del espacio.
Entre su obra pública destaca un panel en el Aeropuerto Internacional de la Aurora y los proyectos urbanos del “Jaguar” y las “Cabritas”, entre infinidad de actividades en Museos como el de Casa Santo Domingo, el Museo Nacional de Arte Moderno y otras salas de exhibiciones.
Es triste despedir a una buena amiga. Creo importante resaltar su positivismo y energía. Se adelanta un gran ser humano. Una profesional de las artes y una guatemalteca cuyas acciones fueron efectivas tanto para la cultura creativa como para el país. Descanse en paz.