Durante dos años consecutivos, la economía de Guatemala mostró ser resistente a los efectos de fenómenos como la pandemia de Covid-19 y los trastornos atmosféricos que hicieron estragos en nuestro territorio.
En 2020, cuando nuestro país fue golpeado por la llegada del coronavirus, el crecimiento económico decreció, pero no en las dimensiones pronosticadas, y fue la nación que tuvo mejor sostenibilidad, en comparación con otras de América Latina.
En esa oportunidad, el Banco de Guatemala preveía que el producto interno bruto (PIB) caería a -2.5 por ciento, al cierre del citado año, mientras que el Fondo Monetario Internacional pronosticaba un escenario de -4 por ciento. Sin embargo, al final, fue de -1.5 por ciento.
Los pronósticos también avizoraban una recuperación en 2021 de entre 3 por ciento y 4 por ciento, y finalmente el PIB cerró en 7.5 por ciento, de acuerdo con las autoridades encargadas de las finanzas del país.
Ayer, durante el Foro de Davos, del Foro Económico Mundial, celebrado de manera virtual, el presidente Alejandro Giammattei indicó que la meta es hacer sostenible en los próximos años dicho crecimiento, para poder con la derrama económica recuperar no solo el empleo, sino hacer que la migración se detenga, generando muros de prosperidad.
Los logros alcanzados el año pasado en recaudación fiscal, combate al contrabando, avances en la Unión Aduanera con Honduras y la aprobación por el Congreso de la República de leyes de reactivación económica son, entre otros, los factores que contribuyeron al crecimiento.
El reto, para mantener la mencionada sostenibilidad, irá de la mano con la certeza jurídica, que es importante en la atracción de inversiones. En 2020 esta variante económica cerró en US $600 millones, por lo que para el año pasado el Ejecutivo se propuso duplicarla. Es decir, llevarla hasta US$1200 millones; sin embargo, se recibieron US$3394 millones, casi el triple de lo previsto.
