Guillermo Monsanto
Este artista, nacido en el año de 1991, ha recorrido en poco tiempo el camino de la trascendencia. Entre su formación destaca ser bachiller en artes plásticas con especialidad en dibujo, pintura, escultura y grabado. Es relevante en su carrera que su primera obra se expuso en la sala nacional Enrique Acuña Orantes en 2012, consiguiendo destacar de entre los artistas emergentes propuestos en aquel momento. ¿Por qué este dato es relevante? Porque la exposición se realizó en una sala especializada ante un público también especializado: sus maestros y compañeros artistas.
A Camilo Almaraz, como al resto de los artistas activos en lo que va de este siglo XXI, les ha tocado enfrentar el hecho plástico en una ausencia total de críticos profesionales (lo mismo pasa con las artes escénicas).
Este vacío redunda negativamente en el entendimiento del producto creativo contemporáneo y con él, la sana discusión y análisis de dos decenios que finalmente solo podrán ser evaluados por los registros físicos (obra plástica) que cada artista deje.
Es relevante en su carrera que su primera obra se expuso en la sala nacional Enrique Acuña Orantes en 2012.
Si bien es cierto que los curadores dejan algunos documentos, incomprensibles muchos de ellos, sus ejercicios críticos se ven limitados por el interés que estos manejan en la gestión, promoción y compromisos de agenda que reflejan sus propuestas.
Su desafío al público se dio cuando su labor entró al círculo comercial de las galerías de arte y los asiduos a estas instituciones aceptaron su trabajo como obra concluyente. Es así como también de la ENAP pasó a La Universidad Popular y convocatorias masivas como Funsilec, Fundación G&T Continental o la Fundación Rozas-Botrán en otra infinidad de actividades y las evidencias gráficas que estas organizaciones pudieran dejar.
Hacia 2014 presentó su exposición personal Positivo – negativo. Colección que destacaba por la peculiaridad de mostrar al visitante representaciones en negativo que podían apreciarse en positivo con una aplicación digital. Aquellos inquietantes personajes demostraron que Almaraz había madurado y que estaba listo para fluir dentro de la cultura creativa de Guatemala.
Aunque toda su obra es potente, deseo señalar especialmente los dibujos y sus aguadas. Esto porque con ellos alcanza un grado superlativo de fuerza expresiva y sutileza.
Su estilo es poderoso y sus signos alcanzan ese misterio que redunda en un hecho plástico bien constituido. En algunos casos administra los tonos a partir de achurados que producen intensidad tonal y, en otros, solo sugiere contornos dándole importancia a los vacíos que intencionalmente no rellena. Sus personajes, algunos hieráticos, confrontan al espectador con abstracciones que no dejan de expresar un aire de sensualidad que parte del propio ejercicio de dominar el grafito y las acuarelas sobre sus soportes. En 2016, gracias a su labor plástica, fue nombrado “Guatemalteco ilustre”.