Alejandro Alonzo
En algún momento del siglo 23, después de cinco años viviendo como ermitaño, el infame periodista y escritor Spider Jerusalem es forzado a abandonar su refugio fortificado en las montañas por un editor que lo amenaza con una demanda por incumplimiento de contrato. Jerusalem no tiene más opción que regresar a la megápolis conocida cómo la Ciudad.
Así se inicia Transmetropolitan (1997-2002), una serie cyberpunk de 60 números escrita por Warren Ellis y dibujada por Darick Robertson, publicada por DC Comics a través de sus líneas Helix y Vertigo.
Durante el primer año narra cómo Spider irrita al gobierno local y se reencuentra con la ciudad en compañía de sus “sucios asistentes”: Channon Yarrow y Yelana Rossini. La historia principal del cómic, la elección y la presidencia corrupta de Gary Callahan, comienza en el segundo año y dura hasta el fin de la serie.
La serie critica a los medios, la política, la religión, el márquetin y el capitalismo de consumo.
Spider inicialmente considera a Callahan el mal menor en comparación con el presidente en funciones, pero su investigación sobre el pasado del candidato y sus lazos con un grupo de odio de derecha llevan a Callahan a ordenar el asesinato de su propia directora de campaña, Vita Severn, amiga de Jerusalem. Spider se da cuenta de que Callahan no es simplemente un corrupto, sino un completo lunático que quiere ser presidente únicamente para lastimar a la gente con su nuevo poder. Para horror y disgusto de Jerusalem, la gente elige a Callahan por un amplio margen. En el transcurso de los próximos años, Spider, con la ayuda de Yarrow y Rossini, finalmente reúne suficiente evidencia para exponer a Callahan y derribar su presidencia.
Transmetropolitan contiene muchos elementos posmodernos. La mercantilización, la pérdida del sentido histórico, la disminución del afecto y la fragmentación son fácilmente ilustrados por la Ciudad, un paraíso/infierno del consumidor posmoderno donde se puede comprar virtualmente cualquier cosa, incluyendo Ebola Cola, disruptores intestinales, bistecs de delfín, modificaciones corporales tanto temporales como permanentes y un largo etcétera. Todo es una mercancía, y todo está a la venta. Los habitantes inclusive han experimentado con el transhumanismo.
Ellis utiliza Transmetropolitan como vehículo para satirizar los medios, la política, la religión, el márquetin y el capitalismo de consumo, entre muchos otros temas. El humor negro inyectado en la serie, sin embargo, solo sirve para equilibrar las historias de sufrimiento muy reales que suceden todos los días en la Ciudad. Spider puede ser una persona repugnante, pero cree en la verdad, y es esta creencia inquebrantable lo que lo impulsa irresistiblemente a denunciar las falsedades de los poderes fácticos.