Pablo Allard Serrano Facultad de Arquitectura y Arte
Uno de los efectos positivos que ha dejado la pandemia ha sido el efecto descentralizador evidenciado por el éxodo desde las grandes zonas urbanas chilenas a ciudades intermedias o comunas rurales. Según el Centro de Data Science de la Universidad del Desarrollo, entre marzo y noviembre del año pasado, cerca de 500 000 personas dejaron la Región Metropolitana.
Este traslado no fue necesariamente a segundas viviendas ubicadas en la playa, sino más bien a lugares alejados de las urbes que ofrecen entornos más amigables y que mejoran la calidad de vida de las personas, tendencia mundial que aumenta cada vez más.
Y si a esto le sumamos la llegada del 5G y el piloto de Starlink en el sur del país, el futuro cercano será hiperconectado, con acceso al trabajo y a la educación remota en todos los rincones del territorio nacional.
Hoy nos enfrentamos a la pérdida de tierras ricas en recursos naturales y agrícolas.
Producto de esta movilidad y de los retiros de pensiones, se exacerbó la proliferación de loteos con claros fines residenciales en zonas rústicas cercanas a la costa, lagos, parques nacionales y orillas de río, donde la mayoría de las veces se burlan los requisitos que demanda la Ley General de Urbanismo y Construcción para el uso de suelos rurales.
Como consecuencia de las malas prácticas en el uso de las normativas y al otorgamiento de permisos para la construcción de inmuebles en zonas rurales, hoy nos enfrentamos a la pérdida de tierras ricas en recursos naturales y agrícolas, con un impacto ambiental irreversible, como el desmembramiento del mosaico ecológico, fragmentación de corredores de biodiversidad y sobrecarga de servicios municipales, sin internalizar los costos sociales y ambientales de una suburbanización escondida.
Este problema no se resuelve limitando el tamaño de los lotes; al contrario, debemos avanzar en modelos creativos que permitan las subdivisiones con criterios de conservación y generar herramientas de planificación territorial que se hagan cargo de la transición urbano-rural de manera responsable y realista.