El valle de Salamá, Baja Verapaz, está acostumbrado a la celebración comunal de la Navidad y el Año Nuevo. Las tradiciones de estas fiestas congregan a los vecinos para compartir alimentos, realizar oraciones y otras actividades religiosas.
En 2020 se hizo una pausa a los festejos, debido a las restricciones impuestas por el Gobierno para detener el avance del Covid-19. Pero desde el año recién pasado, lentamente están regresando a la normalidad, aunque aún con precauciones.
La Cofradía del Santísimo Niño del Señor San José es una de las tradiciones arraigadas en la población. Recibe a los vecinos con una portada (un portal hecho de hoja ancha en la entrada de la casa del mayordomo de sede), para darle la bienvenida al hogar donde se alberga la imagen del Patriarca San José y del Santísimo Niño Jesús.
Las imágenes se encuentran en un nacimiento y, el 25 de diciembre, un grupo de jóvenes con tambores realizan la “demanda”, sacan la imagen del Niño Jesús y visitan distintos hogares para compartir el Evangelio con los vecinos.
En otra casa, encabezada por Juanita Moya de Paz, de 87 años, hace tiempo la familia alberga uno de los nacimientos gigantes. Ella indica que no recuerda cuándo empezó la tradición.
Según se sabe, la celebración lleva más o menos cuatro generaciones. Cada año, su hijo José Alfredo Gómez, el ahora encargado de armarlo, se inspira en un tema distinto.
La costumbre en Salamá solía ser realizar estos nacimientos gigantes y el 25 de diciembre los vecinos dejaban las puertas abiertas para visitarse unos a otros y admirar las creaciones de su devoción. Actualmente, la familia Gómez Moya es una de las pocas que conservan la tradición.